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lunes, 27 de junio de 2011

22 PRETEXTOS PARA DECIRTE QUE NO ESTOY LLORANDO

La situación era simple: yo la amaba. Pero según las experiencias, ni siquiera propias, sino referenciadas, uno no puede amar tan rápido, o en tan poco tiempo… ¿de cuánto hablamos? ¿ocho meses?¿una semana? Tampoco, dicen los expertos, uno puede amar si está en una situación vulnerable, como por ejemplo haber salido recientemente de otra relación, tener algún vínculo laboral, creerse con responsabilidades éticas sobre ella o ser su amante.

Realmente la situación era simple: ella tenía miedo. Y es que la fuerza de la costumbre es más fuerte que la incertidumbre de lo desconocido. Yo, que le había propuesto un amantazgo liviano, me encontraba al borde de la desesperación por formalizar una relación… pero mis razones, supuestamente lógicas, me advertían sobre el posible sesgo de una decisión de tal calibre y todo ese universo de pequeños detalles que la hacían perfecta, me llevaron hasta la osadía de proponerle que tuviéramos hijos.

En las mañanas, cuando podía despertar a su lado, me quedaba viéndola dormir, su piel blanca, lozana y su gesto de placidez, serían, desde hace algún tiempo, mi primer recuerdo matutino, así ella no estuviera; Disfrutaba entonces de su pelo que como en resortes expandidos y negros, se vertía sobre sus hombros indefensos, me preocupaba su respiración que era irregular, y me quedaba encandilado con el resplandor rojizo de sus mejillas, propio de quien siente vergüenza… y yo que le rozaba sus labios con mis dedos, queriendo ser una brisa suave para no despertarla y de repente me vi, acomodándole besitos en su frente, como bendiciéndola, y la abrazaba para protegerla y quería darle poderes mágicos, para que me curara de esta desesperación de tenerla a medias.

Objetivamente la situación era simple: Entré en crisis de nostalgia. Así, sin pensarlo, una vez, después de su humedad abundante, le pregunté que cómo creía que yo podría vivir sin ella… pero ella no entendió… era mi forma de decirle que me había jodido la resistencia a ella misma y que gracias a su sonrisa, a su olor, a su forma de comer, a su lenguaje, yo me sentía indefenso… y que toda esa carga emocional, se me acumulaba en terribles dolores de espalda… que de alguna manera justificaban estas décadas de existencia, que pasaban pequeñas cuentas de cobro por el uso y el abuso.

Era dramática y preciosa; yo adoraba asirla por su cintura y sentir las curvas vertiginosas de sus nalgas. Nunca entendí el odio por sus pies, su permanente obsesión por bajar de peso o sus intentos fallidos de terminar con esta relación. Me dejó huellas evidentes y encubiertas, las primeras, en el cuello, en la espalda, vestigios por la fricción, rastros por tantos besos, líneas marcadas, como caminos recorridos, por tantas caricias… las otras huellas, las encubiertas… eran más profundas, más relacionadas con mi mente y mi espíritu… y es que me la imaginaba protegiendo mi recuerdo, y es que deseaba que nadie más profanara su cuerpo… anhelaba que dijera: “no quiero que nadie más me toque”… quería meterla en mis planes… quería amarla más de lo que yo creía que podía hacerlo… ella me inspiraba a dar más… a exigirme… a renovar mi existencia…

Su cuerpo serpenteaba al igual que su mente en los encuentros amatorios, de alguna manera se sentía apenada por sus instintos criminales y perversos, buscaba la génesis de estos comportamientos, en los juegos infantiles, en sus fantasías… como resultado, era una combinación equilibrada entre obscenidad, lujuria e indecencia… y yo que disfrutaba de sus peticiones… y yo que jugaba a encender sus motores… y yo usuario, cliente, benefactor, y yo, recipiente, provocador y hablador… y yo que aumentaba su humedad relativa, que la dominaba, que la tomaba por el pelo, que la sujetaba por el cuello… y yo, que la mordisqueaba en partes sensibles… y yo, que le despertaba su lado más siniestro…

Físicamente la situación era simple: Éramos engranajes sincronizados. Si bien, su horizonte me lo sabía de memoria, en cada nuevo recorrido, descubría sitios rituales, fuentes ceremoniales, caminos, recovecos, ríos caudalosos, lugares estrechos… y ella parecía saberme, conocerme… tenía mis puntos cardinales tan claros, que me transitaba con los ojos cerrados, era como un habitante local, que se dedica a hacer salidas didácticas a extranjeros… el problema era que el extranjero era yo mismo… en efecto, el tema no era, que ella me hubiese descubierto… sino que ella me había colonizado… o sea me redefinió.

Pero, más allá del carnaval de feromonas, y quizá por mi condición de ser su amante, ella me causaba una ebullición en mi melancolía, entonces como un bipolar, pasaba de un extremo emocional al otro, cuando estaba con ella, me sentía feliz, pleno, completo, pero me entraba el miedo, el horror, la angustia, de que eso que estaba sintiendo se acabara, y para completar el cuadro clínico, tenía un miedo al futuro, que se basaba en las misma esperanzas… ya lo dije… con ella quería todo… pero a su lado me sentía vulnerable… Nótese la ambivalencia: la fortaleza por estar a su lado y la debilidad de sentirme inadecuado para ella, el cambio de discurso de proponerle que fuera mi amante a convertirme en su amante, la tranquilidad, que algunos llaman cinismo, del control sentimental a estar en un desasosiego constante, que algunos llaman intensidad, por estar junto a ella… ahí… sin hacer nada, sólo gastando la vida en consentirla, en hacerle apapaches, en tratarla como una bebé… Nótese la contradicción: un adulto sintiendo cosas de niño, con la ternura contraproducente para temas serios, queriendo llorar de la alegría, sin control, sin mesura, sin la madurez propia de la experiencia… dependiente, cansón, manipulador… edípico… exigente… malcriado… confuso… y con una sola certeza: ella.

En la zona limítrofe de la locura, con comportamientos compulsivos, con cambios inesperados de humor… buscándola en la otra mitad de la cama, queriendo masticar sus rastros de olor, que estaban incrustados en mi almohada… ubicándome en su misma posición al momento de dormir, para capturar de manera demencial, su cuerpo ausente… esperando que amanezca para que me llame… con la necesidad vital, de escuchar su voz… como si ella se hubiese acoplado a mi familia, como si ella y mi madre fuesen del mismo signo zodiacal, como si mi padre la hubiese tratado con gestos de aprobación permanente… como si mi familia, supiera que ella es la indicada y que es bienvenida… No sé si él, es profesor… no sé si yo lo soy… no sé si se conocieron por casualidad en un transporte público… supongo que es atrevido, inteligente y osado, pero su timidez lo hace interesante… imagino que debe ser perseverante y debe tener cierto aire de suficiencia…

Aquí me juego sucio a mí mismo, y cada letra me retumba en la cabeza, pues llego al tema de su sexualidad… todo esto me arde… como heridas abiertas en la zona genital, volvamos a él… creo que es ardiente… supongo que es sobrio… y amante de lo solemne… debe estar relacionado con el arte… eso es… es un idealista… pero lo supongo, individualista, y egoísta… ¿en qué nos pareceremos?...

Aquí decido parar… me he intoxicado y mi piel se manifiesta con un insoportable brote… decido cederle la presión a ella… pienso…

Estoy con ocupaciones, tales como la organización de un gran evento familiar, una coordinación de unos viajes, la subdirección de un grupo… todo me ocupa, pero nada me preocupa…excepto ella, su voz, su supuesta condición maternal, sus ganas de tener un hogar, su pasado que habla como diciendo: “esto no me lo voy a tragar”, su presente continuo que se comporta como adolescente inconsecuente, su futuro que me hace guiños disimulados de bienvenida.

Me duelen las manos de tanto tocarla, pero es más grande el padecimiento por su ausencia… mezclo los deseos, las esperanzas y lo que ha pasado… el producto aún está en proceso… esperemos a ver qué pasa… revuelvo mis anhelos, la realidad y su pasado, pero la receta dice: “espere a que suelte el hervor”, me porto como un alquimista fracasado pero convencido, entonces fusiono todo aquello que quiero que pase, con el miedo a que no pase… y obtengo una poción neutral… inofensiva… inservible… es agua… agua de vida… agua luz… ¿acaso he descubierto la fórmula escondida por siempre del amor?... no me lo creo… sé que soy un intento de alquimista…

Sólo falta que me llame, en aquel instante en que él vaya por el desayuno… sólo me falta sentir rabia, angustia y felicidad… entonces, y gracias a mi defensa principal, mi capacidad de huir, me pongo a jugar con nuestros nombres y resulta que al mezclarlos el significado es el de un Mineral compuesto de hojuelas brillantes, elásticas, sumamente delgadas, que se rayan con la uña. Es un silicato múltiple con colores muy diversos y que forma parte integrante de varias rocas… me divierto para disimular el dolor… es más si junto nuestros apellidos, obtengo una acepción de elogio…

“Cuelga tú”, me dijo, “no, cuelga tú…”le dije, y le hablaba con dolor, mientras pensaba en todo esto… “Creo que me estoy enamorando”, me dice, y yo a punto de exigir indemnización por exceso de amor… me dice que me ama pero como un reflejo inconsciente, o sea, como cuando uno se equivoca y nombra a otra persona, o como cuando un habla de alguien y dice otro nombre… entonces uno dice “ve… se me atravesó tal persona”… así, me dijo te am.. y ya qué… ya lo había dicho, entonces, untado el dedo… el resto no importa… te amo… me lo dijo… me quise quedar en silencio… pero tenía que demostrar serenidad, madurez y esas cosas que enamoran… y dan seguridad…

“Llámame cuando puedas” le dije, pero en verdad quería decirle tantas cosas… que preferí… disimular… cómo es este mundo… lo que son las coincidencias… en este preciso momento, se me acaba de entrar un mugre al ojo… es verdad el ambiente está pesado y los ojos se ponen llorosos… o tal vez, tal vez… sea por esto que me pasa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Escribes divinooooo... ¿quien es la afortunada que te inspira tanto?