ESCRITOS DE CARLOS LÓPEZ
Es preferible morir amando que vivir con la incertidumbre de la cobardía.
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martes, 5 de marzo de 2024
martes, 30 de enero de 2024
MANUAL PARA MANEJAR TUS DESVÍOS CONDUCTUALES O CÓMO CONTESTARLE A TUS EX
Aquí estás, expresando la necesidad de mi presencia en tus palabras, casi reclamando la ausencia de menciones hacia ti, quizás buscando halagos o haciendo una pataleta por no ser mi centro de atención. Tu sonrisa se dibuja, y tus labios se curvan hacia la derecha, formando dos hendiduras como comillas inglesas de cierre; inexplicablemente te percibo en resolución 4K, captando los matices de tus palabras, algunas sugerentes, otras inocentes, algunas mordaces, pero todas de ironía.
Puede que todo esto sea fruto de mi imaginación, que seas un delirio hecho mujer libre y valerosa y que todo lo que creo saber de ti sea simplemente una excusa derivada de mi incapacidad para erizarte el cuello. Tal vez me agote en los misterios de tus pliegues o ría porque tu gato se orinó en tu cama después de habernos quedado juntos, en un claro reclamo territorial, y solo por eso me encuentre adormecido o fatigado. O quizás, yo sea el libro de autoayuda que se convirtió en cenizas aquella noche en que incendié tus muslos, y el resultado sea que me sienta agitado. Lo único que puedo afirmar es que al tocar tu espalda, revisar tu impecable manicura, verificar tus joyas, y examinar tu atuendo, oscilo entre la tranquilidad y la inquietud.
Entonces, ¿todo lo mencionado hasta ahora tiene algún propósito? Un silencio de muerte hiere de muerte a este texto, y busco en tus expresiones, en tus palabras o en tus zapatos de charol, las armas para protegerme de ti. Recuerdo, pienso y veo cómo desfilan tus obscenidades, -que podrían ser las mías en la proyección de que tú seas mi creación-, como la de una casa swinger, la presentación de tu sexóloga sexy, tus lúbricas y solitarias jornadas. También desfilan tus aventuras inenarrables, tus momentos de lucidez profunda que me hacen sentir seguro y la atención que alguna vez no te presté. Tu voz, cargada de verdad, pragmatismo y temores, pronuncia vulgaridades perfectas, ternuras alucinantes e ideas eróticas e inteligentes. Como siempre, te he dicho de todo, pero hay una diferencia: ahora te abrazo más. Recuerda, hablo de buscar en tus palabras las armas para protegerme de tus encantos.
Te atreves a decir que ahora escribo mejor; un día me tocaste para demostrar que tenías frío. Me narras tus experiencias eróticas y tus sueños, y sin darme cuenta, conozco el sillón donde estuviste expuesta al sol, las ambiciones con el tipo de barba que fue tu jefe y después tu subalterno, tus dolores y tus miedos. Y tú conoces mis puntos de quiebre.
Preguntarás: “Pero, todo esto, ¿qué tiene que ver con mis ex? y ¿por qué llamas a esto un manual?” Porque cada vez que el pasado te asedia, mi presente se desequilibra -de seguro porque no tenemos futuro-, pero más aún porque dudas de tu grandeza y belleza. Parece que ignoras que eres una musa mística fabricante de joyas y todos los merodeadores, quieren poseerte. ¡Erran!, porque eres mía.
Sé que suena feo, posesivo, invasivo, intenso, enfermizo, dependiente, infantil… lo sé, pero al menos piensa que si respondes que eres de alguien, todos los que ansían tocarte se desconcertarán. ¿¡Qué!? ¿¡Ya tienes dueño!? Se retorcerán pensando en cómo te has revolcado conmigo, los lugares que visitamos, cómo superaste tus fobias espaciales con mi apoyo, y cómo te di avales para vestirte de una u otra manera.
Mía, sólo mía, porque he visto la excitación en tus mejillas al reconocerme como tu amante, porque escribo sobre las idealizaciones de tus príncipes encantadores y canallas… elegantes y patanes…
Responde a tus ex, eso: que eres mía.
PD: Te compré un regalo, pero fue hurtado y convertido en baratija -la verdad, siempre lo fue-. Habrás de esperar otras letras y otra noche compartida para que sepas de qué se trata.
miércoles, 13 de diciembre de 2023
¿Líneas o puntos?
Los trazos plasmados en tu almohada resultaron ser puntos en lugar de líneas, ¡qué decepción! Y yo, que había elaborado un discurso completo sobre los caminos del destino, la redundancia de descansar tus mejillas mullidas en un objeto suave -mullido-, la mención de tu amante árabe y la relación con el término al mujáda.
No deseo contemplar tu rostro sonriente en la foto que me enviaste, ni perderme en tus labios o en tu cabello delineando siluetas en tu frente, que usualmente tiene el ceño fruncido. Menos aún quiero imaginar tu fragancia nocturna o tus movimientos de gatita ronroneante. Por eso, y espero que no sea demasiado evidente, el tema es la almohada.
Tú, que escuchas sus sueños, dime de qué color son.
¿Son mal combinados o en tonos sepia?
Confieso que me intriga saber si ella ronca o babea,
si sonríe en la oscuridad o hace gestos de repugnancia.
Quisiera creer que provienes de una oveja feliz
y que fuiste confeccionada en una fábrica nacional,
porque sería desgarrador pensar que eres reciclada
y producto del maltrato de un niño empacador chino.
Y ¿qué hay de los puntos en tu funda?
¿Son referencias, signos de puntuación desubicados,
lunares psicorígidos o acaso huellas que me indican
el camino hacia los sueños de tu dueña?
¡Silencio! No me hables de sus noches compartidas,
ni menciones los movimientos estridentes,
ni sus gemidos de placer, a veces fingidos
y otras veces exagerados. No te atrevas a insinuar nada
sobre el sabor de sus lubricidades.
Hablemos mejor de cuando ella rompe protocolos
y te coloca entre sus piernas, o cuando no tiende la cama
y te deja allí, junto a tus primos, los cojines.
¿Cómo dices? ¿Que guarda su pijama debajo de ti?
¿Y que, afortunadamente, vino un amante a casa porque,
de lo contrario, no habría renovado esa maldita camiseta raída?
Espera, espera, ese no es el tema. Quiero hablar
de sus momentos antes de dormir, de cómo relaja el cuerpo
y regula la respiración, cómo se desvanece gradualmente
hasta entregarse al mundo donde es mía.
¿Qué dices? ¿Que te abraza? ¿Que ha llorado sobre ti?
Detente, maldito objeto.
Esto trata de ella, de mis sueños,
de sus pesadillas, de ovejas que se cansan de saltar,
de un árabe que intentó hacerla parte de su harén…
En otras palabras, el tema transversal de esta charla
es sobre aquellos puntos en tu funda,
cuya verdad es más simple:
ella, con sus puntos, me funda.
Un día te tocaré, para que me cuentes más,
robaré tus murmullos chismosos sobre ella,
te sacudiré el polvo de los polvos
y te dejaré ubicada por ahí, con indiferencia,
como si fueras solo una almohada más.
PD: Una línea es una sucesión de puntos, ¿Serás mi línea, seré tu punto?