AQUI PUEDES SEGUIR ESTE BLOG

martes, 20 de septiembre de 2011

NAUFRAGIO CUTÁNEO

Naufragué en el olor de tu piel. Los besos restringidos fueron dolorosos, así como nuestro último encuentro, ahí fui austero… ¿para qué mentir?... fui tacaño, miserable… no quise desplegar mi tacto y mis sentidos.

Naufragué en el olor de tu pie. Entonces decidí, sentir cada instante, a sabiendas de que era el último. Como en un paraíso y vestido de solemnidades fúnebres, me hallé esperando un momento adecuado para decirnos adiós. ¿O acaso te quité el esmalte de las uñas de tus pies? 

Naufragué en el olor de tu pi. El mar rugía tan suave como las murmuraciones de tu afecto, se había acabado el licor y comenzaba la ausencia cooperada. Tú y yo, somos una pregunta infantil, una respuesta adolescente y una reflexión anciana. Me cansé de decirte que 3.1416 es una aproximación, y no pude demostrarte que fuimos sólo eso… 

Naufragué en el olor de tu p. No te miraba sólo por respeto a esto, o para ser exacto a eso que sentí. Dejaste algún desorden y creo que fue adrede, para que al organizarlo yo supiera que cada instante – si me descuido – tiene tu autoría. Pobres personas…  por penitencia pasean por paraísos pisando playas, para pronunciar palabras postrimeras… ¡pensándose presencias póstumas! 

Naufragué en el olor de tu. Volaste, volé… volamos. Caminamos por la playa y un cangrejo nos asustó, fui por cigarrillos y te vi sentada sola… te veías tan bien sin mí, quise decirte mis mejores palabras, pero sólo me salió un simple “te extrañaré”. 

Naufragué en el olor de t. Restringí esas cosas de sentirme triste, pero la nostalgia tenía sus reservas de energía, entonces me acusó de incapaz, de soberbio, de torpe, de hablador. Yo, no quise hablarle, sólo quise derrumbar mi futuro inventado.

Naufragué en el olor de. Al despedirnos te aferraste a mí. Te besé la frente y te bendije diciendo que todo iba a estar bien, mientras tanto me hervía la sangre y empezaba el luto de tu muerte temprana y de tu lejanía tardía.

Naufragué en el olor. Empezó a desaparecer tu nombre y a la fuerza tu imagen, ya tus rizos no se enredarían en la cadenita de la virgen que te protege, y el perfil de tu cuerpo visto desde abajo sería parte de los regímenes de amnesia.

Naufragué en el olo. Al amanecer mi piel se manifestó con dolor, como si sintiera alergia al calor de tu partida. Te miré dormir y quise que todo fuera un sueño, para despertar una y otra vez a tu lado, quise que todo fuera una pesadilla para olvidarla rápido y archivarla en los momentos ingratos. 

Naufragué en el ol. Cargaba con dificultad tu maleta en la que llevabas nuestros recuerdos vivos al lado de esperanzas agonizantes. Compré un elefante de piedra y unos llaveros para regalarle a mis amigos, guardé el reflejo de tus ojos frente al mar, sentí como me aplicabas bloqueador solar y emprendí el camino de reconocer lo mucho que te amé.

Naufragué en el o. Te quedaste con varios tesoros: Mi niño interno, los suspiros de desesperanza, la promesa de cumplir mis pequeñas perversiones sexuales, un sapo de plastilina, mis reflexiones timoratas sobre la magia de amarte y gran parte de mi autoestima.

Naufragué en el. Callas, te entristeces y tu rostro aparece abatido. Tu fantástico y blanco color de piel, ahora es una simple palidez. Tus ojos, marco de mi vida, son pequeños, no entiendo cómo metí todo lo que soy ahí.

Naufragué en e. Para disimular ante el mundo, digo que no me fui… sino que me dejaste ir… sabemos que no es así. Por dignidad, argumento que las cosas no funcionaron y que lo mejor fue esa decisión… pero eso,  no es verdad. Por despecho vocifero que nadie podrá amarte como yo… Ambos intentamos no reír.

Naufragué en. Ahora cantas, te ves liviana y sin la carga emocional de soportarme, estás fresca, lozana y alegre… fluyes, brillas… Y entonces me pregunto por tus anclas existenciales, esas que tienes extraviadas, esas… que yo sé donde las dejaste.

Naufragué e. Al moverte cerca de mi expeles ese aroma que me llega a la garganta, debo cerrar los ojos para identificar, clasificar y ubicar adecuadamente de qué sensación se trata, cuando vuelvo, estás ahí, cerca… demasiado cerca. Es entonces cuando confundo la emoción de tus latidos con el esfuerzo que hiciste al subir por una escalera.

Naufragué. Te pedí que me abrazaras. 

1 comentario:

Estebanfino dijo...

Increíble como siempre... nada más que decir, sólo esperar que la isnpiración siga llegando, para tener siempre algo grato que leer.