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lunes, 10 de marzo de 2014

LA SUBESTIMACIÓN


Él intentaba descongelar su furia, pero ella, estaba encerrada en el dolor de su incredulidad y en la angustia de sentirse estafada.

Ella afirmaba que lo que le decía eran patrañas seudopoéticas y que había muchas con las mismas características, que quizá todo era un artilugio... entonces, ella se perdió por los laberintos de su reflejo, y se vio deseada, asediada y todo aquello que antes eran palabras de nube, se convirtieron en letras de piedra.

Él no podía más que decirle que le encantaba, pero ella pensaba que era un mensaje masivo, algo así como una pesca milagrosa, como un anuncio de necesidad, para que algunas incautas cayeran en su red de palabras -asquerosamente- bonitas.

Ella, neurótica, con la aceptación de su gusto, él angustiado con la negación de sus anhelos, en un diálogo pervertido por las palabras dichas de afán e interpretadas con la lupa de la trascendencia innecesaria. Cada quien defendía su furia e indignación.

Él había esperado la oportunidad, le había cantado, le había llevado un durazno, la había acompañado a casa, le había perdonado su incumplimiento de aquel almuerzo triste;  ella, lo había excluido de toda ternura, y le había sembrado dudas, sobre si le gustaba, le parecía medianamente bonito, o cualquier signo de compatibilidad.

Ella, pensando lo peor, diciéndole cretino, él pensando lo mejor, que ese reclamo era porque le importaba, ella con odio, él con afecto, ella con furia, él con paciencia, ella con grados de desesperación, él con florecitas de colores en sus letras.

Él la paladea, la consiente, le dice que lo consienta, ella, encriptada en su propia rabia, sólo ve lo que quiere ver, él afirma que tenía la razón, al prever su reacción irracional, ella, se enfurece, porque cree que él, no la valora y la menosprecia.

Ambos se subestiman, él no la saluda por no parecer un acosador hambriento, ella, deja que él la adule, él la empalaga, ella, ya no quiere creer...

No era un tema genital, no era un asunto de ego, no era un conflicto nuclear... eran unas letras que fueron interpretadas en clave perversa.


- ¿Me dice algo bonito?
- Agradezca que no lo tengo al frente...

Y él se ponía feliz, porque sentía que era importante, y ella se sentía infeliz, porque se asumía como una más, y él le intentaba llevar por los caminos del diálogo y ella se refugiaba en la herida que ella misma se había causado.

- No me querrá, pues estaré como un fideo
- Amo, la comida italiana

Y se olvidaron los buenos momentos, y llegó el caos, con él, con ella, la duda hizo lo suyo, las palabras era puentes rotos, ataques de guerra fría, parecían entre sí, enemigos comunes...

Se subestiman, son fantasmas de ellos mismos, no asumen con frialdad, son apasionados, él se la imagina en su lides íntimas, ella, para estas alturas ni se lo imagina.

- Lo odiaré en mis sueños...
- Lo sé, y es que yo la soñaré en mis odios...

Los besos congelados, las caricias bostezando, los orgasmos desempleados, las ganas jugando a las escondidas... todo en una pausa forzada, como la fuerza antes de un grito.

Los textos protestan, los títulos cambian, ya nada tiene gracia y todo se encierra en un mundo azul, más bien oscuro... con tantas cosas por decir, sin sacrificios posibles... no hay que decir... y una vez más, el silencio, es la mejor opción.

Coros de ángeles laureados, experimentos tan asombrosos como misteriosos, excusas que no se aceptan, rebeldías baratas, comprensiones en quiebra...

- Descanse...
- Lo mismo para Usted...

Y en los sueños, se reconcilian... él la abraza y la huele como una flor en celo, ella lo mira con recelo, y quiere creer que es su objeto de posesión privilegiado, él se siente propiedad privada... ella, lo priva.

-¿Sabe usted, cual es la diferencia entre bacante y vacante?
- No

Y los diálogos, se aburren de ellos mismos, no se hablan entre ellos... la amenaza del silencio oficial, la propuesta incompleta, la lectura rápida, la descontextalización.

Empiezan de nuevo, pero esta vez, se subestiman con certeza.

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