Sentir… es fácil,
saber qué se siente… es complejo,
valorar lo que se siente… de eso se trata la vida.
Lo primero que se me viene a la cabeza y más como en la
parte del cuello es el asco, esa, técnicamente, emoción, pero en este instante
sensación, que me embarga cuando pienso en alguien… ¿por qué? ¿Qué fue lo que
me hizo para volverse cliente de mis más bajas miserias? Bueno, creo que me
hizo creer que era algo que no era, algo así como una estafa perfecta, alguien
de naturaleza podrida, sin más que sus instintos vacíos, vaciados e
irresolutos.
Ese asco, como rasgo humano, me agobia, porque trasciende lo
físico y en el caso que refiero es un tema psico-emocional, en cambio, los animales, ante alimentos no deseados, los
olfatean, y en caso de que no les sean atractivos, simplemente, los dejan ahí,
sin rencor. Yo, como humano que me jacto de ser, cuando estoy frente a algo
repulsivo, como el recuerdo de “esa” del primer párrafo, salto como un resorte, me tapo la nariz,
levanto el labio superior y me veo sacando la lengua ligeramente de la boca,
como si con ese acto, pudiera escupir esa asquerosa materia -según el caso
citado: fecal-, que no quiero saborear.
Yo creo recordar que tuve asco por primera vez a los 5 o 6
años. Mi primera imagen al respecto, es la de un tipo, comiéndose un huevo
crudo con una Pony Malta, de ahí nada de uno ni de lo otro, el olor, el simple
olor me causa arcadas, hoy que escribo sobre esto, siento que es más grave el
asco emocional, que se envuelve de rabia, decepción y un profundo desprecio,
aquella, me mostró una faceta falsa, siempre, jugó a mentirme, y yo, siempre
jugué a creer sus falsedades.
Sé que mi estómago, a diferencia de otros carnívoros, tiene
pocos químicos ácidos, que no le permiten asimilar toxinas y microrganismos en
caso de comer algo descompuesto, por ello el asco es mi defensa biológica, o
sea que es una manera de protegerme… el rechazo entonces es como una
advertencia… entiendo, ahora es más claro, en lo emocional, lo podrido duele, y
la exhibición de la propia estupidez, genera cierta molestia, que se me antoja
llamar asco.
Por su lado la repugnancia, la puedo entender como aquella
aversión que se siente o resistencia que se opone a consentir o hacer algo,
así, recordarla es repugnante, porque no quiero, no debo, pero mi ego me
engaña, al pensar que recordándola la olvidaré, me temo, que quiero vengarme y
sé exactamente cómo hacerlo, sé lo que le duele, sé lo que la hará renegar,
cada segundo de su cicatera vida.
No sé quién soy, ella ha destapado mis peores sentimientos,
así como lo hizo con los mejores. Qué patético me veo amenazando a alguien que
no tuvo la capacidad para entenderme, me arrepiento de haber compartido todo
con ella, sólo puedo entender que hice un pésimo negocio, creí sin miramientos,
fui honesto, y ahora más que hacerme la víctima, estoy intentando, untarme de
dignidad e inteligencia, pero no racional, sino en eso de sentir. !Eso es!, sentirme digno, sentirme
inteligente, poder pasar la hoja, poder verla como una cicatriz, que con el tiempo
se fundirá con mi piel. Recordarla sin dolor, sin angustia… ¿Recordarla? ¿En
serio? ¡No!. Otra vez me miento, y distraigo mí rencor con palabras para no
asesinarla en mi morgue de las peores cosas que me han ocurrido.
Soñé que estaba escribiendo y es un sueño tautológico porque
escribo sobre el sueño, y estoy
convencido que debo llamar ayudantes espirituales, para cambiar el enfoque,
para liberarme…
¿Sabes cuál es la diferencia entre
Gratitud y agradecimiento?
Gratitud y agradecimiento?
Te prometí extrañarte mucho.
Me prometí extrañarte mucho.
La gratitud es una construcción racional vinculada a la
experiencia, por tanto la aprendes con el paso de los años; algunos la
entienden como valor esencial, pues se relaciona con la capacidad simbólica que
implica una profunda conciencia sobre la existencia, te hablo de elementos
trascendentales y justo por ello del orden espiritual.
Me dijiste “gracias” muchas veces, pero eso no te vuelve
agradecida, pues esta acción tiene que ver con el reconocimiento del valor de
lo que alguien ha hecho por el mundo, por seres que amamos o por nosotros
mismos... ¿ves?, una reacción momentánea de buena educación o buenos modales,
no te sube al nivel que digo.
Pero, no te afanes, porque seguramente, confundí todo
aquello que me diste, con una generación de un sentimiento de deuda, como si te
debiera mi vida, por lo que me diste, por lo que compartimos. ¿Ahora lo ves? Es
mi problema, eso de la autoestima baja en concubinato con el ego, me llevó a
creer que eras quien yo creía que eras. Lo siento, te lo digo sin rencor: te
rebasé, te extralimité y al verte sin filtros, quedaste ahí, tal como eres.
Quizá estoy en el huracán del olvido rampante, y valoro en
exceso lo que hice por ti y firmé contratos a pérdida contigo. Lo siento de
nuevo, no leí la letra pequeña y establecí vínculos perpetuos… eso mismo que yo
llamé compromiso, eso mismo que tu llamaste relación conmigo.
Pero, quiero aclararte que nada de lo que hice fue
obligación, fue una catarata de sucesos, a los cuales les di valor ¿entiendes?
Valoración, no por bella, no por sexy, el problema, es que diste por sentado,
diste por supuesto, asumiste que era obvio. Hoy no tengo la anestesia de la
ternura: te equivocaste, porque no pudiste asumirme, porque tu capacidad no te
dio para más. Pero, te voy a liberar, yo no debí darte mis tesoros, que ahora
son baratijas sin valor, también arrumbadas en tu propio basurero emocional.
Te di cosas que el dinero no puede comprar, el resto es una
simple transacción, de especie, de regalos, de humedades, de viajes, de formas
de ver… el resto, preciosa, el resto, lo puedes adquirir en cualquier bodega,
con cualquier gerente, de hecho, con quien quieras.
Fuiste indiferente a mis esfuerzos por mostrarte mi vida...
sí, sí lo sé, me mostraste la tuya, asimilaste mis peticiones y en una
impresionante ergonomía emocional, me hiciste poseedor de un esquema feliz, de
un modelo exitoso, pero, hay que decirlo, falaz. No me pediste nada, pero te lo
di todo… partamos de allí, para cualquier reflexión al respecto. Aquí debo
hablarte de voluntad, de lo que arriesgué, de lo que dejé por seguirte, ¿mi
problema? Sí, es verdad, mejor cambiemos de ítem, se trata de expresar y
reconocer, sólo es eso.
Y aquí estoy como un desconocido, un perfecto desconocido
que hace cosas para facilitarte la vida, y si lo pongo en pasado suena mejor,
fui un perfecto desconocido que hizo cosas para facilitarte la vida… mejor,
suena mejor.
Hoy sé que no tienes gratitud en tu alma ni manifiestas
agradecimiento, tus actos lo dicen, mis recuerdos sobre tus actos me lo gritan,
las consecuencias sobre tus actos me impulsan a traerte de vuelta, una y otra
vez, para preguntarte ¿por qué? Para dejar de creer en tus explicaciones
bobaliconas, de que todo lo que hiciste fue porque yo te llevé a ese límite…
Creo que la felicidad es el resultado del agradecimiento,
agradecer entonces es un acto de equilibrio, no de venganza, y esa es la gran
diferencia entre eso que tú llamaste la forma de amarme y que yo llamé, lo que
pasó entre los dos.
Me agradecías por rutina y yo porque sabía lo que te
entregaba, me agradecías como una autómata programada y yo que en cada beso te
daba mi alma, es claro que estábamos en diferentes orillas de la relación. Yo
teórico, y tu pragmática, yo denso y complejo y tú liviana y simple, yo tan yo
y tú tan aparentemente tú.
Haz muerto, y no te alcancé a decir: “gracias”, ya no vale
la pena, ya no interesa, sólo si el perdón llega, el agradecimiento es posible…
por eso escribo, no para perdonarte, sino para perdonarme… dilo, sin miedo:
¡ególatra!, ¡egocéntrico!, lo acepto, y es que es mi manera de protegerme de tu
intento de asesinato.
Pero, ya para terminar, debo decirte que hoy soy parte de lo
que me hiciste ser, fuiste mi inspiración, mi renovación, mi reflexión, y si no
me reivindico con eso, no podré seguir adelante, y estaré como un cangrejo
emocional, yendo hacia atrás, volviendo a caminos recorridos, reciclando desechos
de los desechos.
Porque así no lo creas, mi querida fantasma, hoy puedo ver
lo que tengo, mis privilegios y mis logros, la gente que me quiere, lo mejor
que me ha podido pasar, elijo agradecer, siento gratitud, porque amar y ser
amado es lo que me permite la inmunidad ante lo asqueroso, ante lo que no
quiero ni me pertenece, ¿Qué si lo merezco? ¿Merezco cosas horribles? Quizá,
pero no las quiero, y si vienen, aprenderé de ellas, soy afortunado, sólo
porque tengo mucho que agradecer… eso te incluye.
Porque me liberé contigo y de ti, porque me arrasaste y
renací mejor, porque aprendí que debo ser cuidadoso con lo que entrego, porque
fuiste alimentadora de mi ego, porque fuiste tóxica y me hiciste fuerte, porque
te amé, porque te olvidé, por todo, gracias.
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