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viernes, 17 de abril de 2009

Error de Uso (ABuso)

¡Adiós! Me escribió en mayúsculas. Esa despedida seca, simple y cortante fue coherente con su personalidad un tanto huraña, un tanto infantil y un tanto malévola. Nos enfrascamos en una supuesta pelea racional, salpicada de palabras puntiagudas, argumentos rastreros y recuerdos confesados y ahora utilizados en contra. Éramos francotiradores con insuficiencia ética y en una maratón ansiosa de daño. El final de esa conversación era totalmente predecible, porque, después de instar a respuestas soeces, provocarnos mutuamente y escupir con rabia los romanticismos perdidos, lo mínimo que podía pasar era que los espíritus solemnes encargados de los sentimientos forenses vinieran a buscar pruebas en la escena sospechosa de un suicidio mutuo compartido o un magnicidio del ahora desconocido amor que nos profesábamos.

Veníamos de esos picos bajos de la relación; equivocadamente pensé entonces que habíamos superado esas semanas infernales, en las que la repugnancia, el dolor y el recuerdo editado, protagonizaban las horas expandidas de insomnio. En efecto, era una situación insostenible, porque queríamos hablar, pero no había tema más allá de los dolores causados, queríamos aclarar las cosas, pero la confusión era el génesis y al parecer el apocalipsis. La situación era como esas gráficas de estadísticas negativas con la flecha hacia abajo y que se salen del papel. Había fallado el motor principal: la motivación, es decir ya no nos daba la gana, en otras palabras, era más el sufrimiento que la felicidad. He de hacer aquí un pequeño manifiesto masoquista, pues estar con ella, era la muestra indiscutible de mi inconsecuencia, dolía estar con ella, pero esa sensación se presentaba como uno de esos dolorcitos deliciosos, era cruzar la peligrosa frontera entre el dolor y el placer. Por favor, no se interprete aquí, que el asunto es de prácticas de látigo, máscaras de cuero y esas cosas llamadas prácticas Sado, no, la cuestión es aquí, la de asumir una causa perdida, con la sabiduría infame de un punto de llegada, pero con la conciencia humana de un recorrido.

Semanas antes, digo, semanas antes de las últimas semanas, (las que llamé infernales) en fin, antes del derrumbe, su piel era la angustia de mis dedos, su olor me motivaba fluidez erotizada, sus ojos brillantes eran mis enigmas favoritos… pero como buena lectora de lo que yo le había escrito, esgrimía lo destacable de mis escritos en mi contra, de tal forma su verbo ágil, se devolvía furibundo autocitándome, en un juego asimétrico ella sabía lo que yo pensaba y sentía por ella, y lo utilizaba para joderme. Sin embargo ese ejercicio me parecía constructivo, pues entre ideas de forma, estilo, ritmo, relevancia, figuras, se iban tejiendo razones para intentar saber porqué nos amábamos.

Entonces ella quería abarcar conceptos complejos con afirmaciones fatuas, y yo me dejaba tentar por el cinismo de corregir, ella quería indicar que sus miradas eran válidas y yo atacaba con macro estructuras dominantes, yo quería demostrar que mis conceptos retorcidos se arrodillaban ante ella, nunca pude dejar de leerla como la mujer perfecta de la que primero me enamoré en mi mente y después acoplé a mi piel. Esa desventaja, la de haberla amado en secreto, en mi mente, la puso al borde de mi propio abismo, entonces quería salvarla, pero debí empujarla, o quizá el abismo no era la caída sino el piso firme, y lo que ha de valer la pena, es la sensación de caer.

En mi representación de su esquema psicológico pienso, que está acorralado por una permanente búsqueda de la perfección, heredada en parte por no vivir con sus padres y ser además de la niña bonita, la niña inteligente; hay en su ser una notoria fijación por los esquemas de seguridad, es así como sus rutinas de belleza diaria, cuidado de la piel, maquillaje, ropa, compras compulsivas, todo en ella es un vestigio epidérmico de la ansiedad permanente de no saber que quiere ser. En otras palabras, se apegó a mi esquema mental que justificaba porqué la amaba, pero detestaba mi forma de expresar lo que ella misma me despertaba. Es algo así como creer que acaricias a alguien dándole patadas.

Pero volvamos a la última conversación. Ella estaba argumentando desde la psicología y yo desde el amor, ella quería ver nociones y yo decirle que la extrañaba, ella pretendía encontrar en audiencias la intimidad y yo cansado le dije que hoy se hablaba de extimidad… ella, que su lenguaje naturalizado es la ironía, no pudo aguantar una de mi parte, le dije que “últimamente (refiriéndome a la semanas infernales) nuestra relación era precaria” la ironía estaba puesta en el sentido de lo precario en tanto escasez de recursos, y también en el sentido de un profesor contratado temporalmente, ella, preguntó, que, a qué me refería con lo de precario, yo le dije, que una vez más no había escuchado, que como siempre, mis palabras eran vacías, saltó de su lugar y me hizo el reclamo sobre mi pretensión y arguyó que no todos podían pensar como yo, rematé diciendo, que en efecto, no todos podían pensar, hubo silencio, una pequeña despedida, algo así como “te deseo que te vaya bien en la vida”, y una frase sexy de abandono, “esta es mi manera de despedirme”, y vino entonces un adiós, con punto final y se desconectó.

Me quedé frente al computador, con la indignación de una discusión inconclusa, la rebeldía de mis ideas indefensas y el corazón adormecido por el opaco panorama. Han pasado varias lunas desde aquella noche, he cambiado de trabajo, intento ser otro, para olvidar a aquel mismo que creyó en lo que escribía, para disfrazar de aventura la soledad, pienso que sus dientes esconden otros verdaderos, más pequeños pero reales, es así como disfraza su verdadera sonrisa, creo que se siente identificada con indigentes extranjeros que no pierden su dignidad, siento que quiere escapar pero quedarse es un instinto de supervivencia…

(“Adiós”, en traducción al francés, es un “hasta nunca”, creo una vez más que está equivocado el uso, pues la afirmación requiere tener en cuenta la negación, quizá un “hasta siempre”, hubiese sido más preciso.) Para referencias conceptuales, preguntar por “DOLOR DE PÉRDIDA Y GANANCIA DE LO VITAL”: Publicado en: Diario de Agonía, Fecha: Desde que la recuerdo hasta que pueda olvidarla. Edición: “Pirata”. o “UNA DILETANTE Y SU BELLA APARIENCIA EXISTENCIAL”: Publicado en: La Amargura dulce de Amarte, Fecha: Desde el sueño de tenerte hasta la certeza de que me pierdas. Edición: “Pirata”.

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