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jueves, 14 de mayo de 2009

LA CLASE NO SE IMPROVISA

Recuerdo cómo discutíamos por ese asunto de la clase social. La pregunta era si eso que algunos llaman “clase” se tiene o se puede alcanzar, es decir si es un asunto de nacimiento o un proceso de adquisición. Alguien me dijo alguna vez que uno se puede mover dentro de su clase, pero nunca desplazarse a otra, es decir, uno puede ser el más importante de su propia clase, pero esa falacia de cambio a otra clase, no es posible.

Escribo esto por varias razones, primero por los vientos de resentimiento que llegan a mis oídos, por la confusión que pulula con eso de la clase y por una catarsis de mi pesar con aquellos que sufren por parecer y no pueden nunca llegar a ser… y lo peor se creen sus propias mentiras arribistas, se convencen de que tener clase, sólo tiene que ver con lo estético… cuando es un asunto ético.

De manera básica existen tres clases sociales, la alta, la media y la baja, cada una se caracteriza, por sus gustos, sus modales, sus comidas, su lenguaje, entre mil variables más, pero sobre todo sus concepciones del mundo y de la vida. Tienen sueños distintos y maneras de amar que se distancian meridianamente una de otra. Aclaro que, toda clasificación es amañada y sectaria, en ningún momento pretendo burlarme, ni ratificar nada, sólo es una pequeña versión representada… la realidad es mucho más abrumadora. Veamos:

La clase alta: Tienen la certeza y el conocimiento de que el mundo es un lugar para disfrutar, su vida pasa entre viajes, sueños cumplidos y fabricación de nuevos sueños, esa trayectoria les permite la práctica de los buenos modales, por eso son naturalmente felices y asumen que los otros pueden también serlo, su vida no gira en torno al dinero, pues siempre ha estado ahí, son desinteresados, tranquilos, audaces. Su lenguaje es simple, asertivo y pertinente, nunca pierden el control de sí mismos ni de la situación, “Buenos días, me vende…”la serenidad es su fiel compañera; para ellos, la amistad es un valor superior, el respeto por la familia, por los demás y por ellos mismos es su constante definición, son focalizados y se concentran con facilidad. La ropa la lucen con naturalidad como extensión de su piel, no se esfuerzan por mostrar su buen gusto que es tácito, andan despacio, sin afán, entienden que el tiempo es relativo, por ello tienen agendas planeadas y planes de contingencia; beben vino para neutralizar el paladar, comen poco y por gusto, le encuentran sabor exquisito a los platos, comen hasta donde les plazca, comparten la alegría con celebraciones fuera de sus casas, están siempre bien informados, hablan de sus travesías, de sus negocios, de la situación mundial, dominan temas de economía, son precavidos con los gastos, siempre tienen reservas, entienden de arte y no hacen caso de la moda, ellos la imponen. Son amables con quienes les sirven, son puntuales, son generosos con su existencia, se alegran sinceramente con los triunfos ajenos, son directos en su trato, detallistas y reconocen sus límites. Saben reconocer las tareas de cada persona: el jardinero, el conductor, el cocinero… Son místicos. Tienen amigos famosos, conocen a intelectuales, políticos, tienen suscripciones a periódicos y revistas, les llega mucha correspondencia, cuentas, eventos culturales, cocteles, “Un viaje por tierra de más de seis horas es inconcebible” “Le Perfum” “¿Cuándo viene a casa la estilista?”

La clase media: Tienen la esperanza de que todo puede mejorar algún día, se esfuerzan para conseguir metas, trabajan para darse pequeños lujos de vez en cuando, como tomar un taxi, salir a comer a un buen restaurante o comprar ropa de marca, aprenden los buenos modales y los usan de vez en cuando, viajan por tierra cuando pueden, toman fotos por doquier para mostrarlas después, son presumidos por naturaleza, se creen siempre mejor de lo que son, aparentan todo, buscan ofertas, se angustian y se preocupan permanentemente. Su manera de expresarse es exageradamente formal, se sobreactúan en las maneras cordiales “Disculpe, podría hacerme el gran favor de venderme…” la incertidumbre y las deudas son el tema cotidiano de las charlas, los amigos son para pasarla bien y hacer favores, casi siempre critican su familia y su origen, están en una carrera sinfín de superación. La ropa no es su prioridad, pero ostentan algunas marcas que los hacen sentir mejor, al igual que aparatos de elevada tecnología que subutilizan, creen definir el buen y el mal gusto, son clasistas de esencia, dejan todo para último momento, por ello andan apresurados, el tiempo no les alcanza, sin embargo son dispersos. Viven para comer, pasta, pan y bebidas gaseosas, poca fruta y poca verdura. Se aterran por todo, repiten las noticias y opinan, celebran, de la misma manera, en sus casas, las ocasiones especiales, gastan sin medida y después piden prestado dinero, tienen la pretensión de ahorrar, saben de cine comercial, pero pronuncian con dificultad los nombres extranjeros, tratan de estar a la moda, a veces con resultados desfavorables, como no tienen servidumbre entablan relaciones confianzudas con la gente que los rodea, son amigos del vigilante, de la señora que lleva los tintos, hacen bromas pero también son amargados, les llega cuantiosa correspondencia: cuentas por pagar, deudas, créditos… Cuando ven a alguna celebridad se codean y hacen comentarios “La loción” “No hablo inglés pero lo entiendo”

La clase baja: Tienen la habilidad digna para sobrevivir, cuando tienen trabajo gastan buena parte de su tiempo y su dinero en transporte, viven lejos de todo, los lujos no están contemplados, tienen deudas tan añejas como sus recuerdos, se afirman en sus modales propios, renombran las cosas y las recrean, el lenguaje no es prioritario, muchos no pueden viajar, y si lo hacen van y vuelven en un mismo día, están acostumbrados a ser “ninguneados”, la diversión pasa en su cuadra o en el barrio, son relajados, luchadores, construyen su vida día a día, son improvisadores innatos, se ríen de sí mismos. Tienen maneras de hablar que los identifican, gestos, posturas, usualmente hablan de las dificultades y los obstáculos, de aquello que está mal y que no funciona, son apasionados, beligerantes, vehementes, expresan lo que sienten “Buenas… a cómo la…”, la opresión y la exclusión rebota en ellos, tienen amigos de infancia, construyen relaciones de apoyo, de solidaridad, la madre es el centro de todo, se le miden a lo que sea “echa´os pa´lante”, la ropa es un asunto de prestigio, así como los electrodomésticos, cuando comen lo hacen para llenarse, celebran las alegrías y las penas, beben con frecuencia insólita, saben al dedillo lo que pasa en su barrio y se enteran de lo pertinente a su comunidad, son amigos, compañeros, fraternos, se esfuerzan todo el tiempo por todo, en ocasiones, a veces se confunden y no expresan lo que quieren y pasan por disipados. “La Colonia” “Ser alguien en la vida”

Nota de salvedad: La vida transcurre más allá de toda clase, apariencia o contexto, esta caricatura pretende instalar la discusión en otro plano.

Según la reducida clasificación anterior, noto cierto esfuerzo por disfrazar tu naturaleza, hoy las clases sociales no se presentan como determinantes, son sin duda, las maneras de apariencia las que conforman los estilos… noto resentimiento, rencor, amargura, ganas de venganza, así como cuando alguien te pide un favor, y tú lo tomas a título personal y lo utilizas para herir o destilar tu odio… Tus modales refinados se ven pervertidos por tu ansiedad solitaria, que pretendes esconder en salidas de fin de semana y en la consecución de amigos-conductores que te lleven a casa.

Ríes, sonríes y te quedas seria, porque piensas en mi miseria provocada por tu desvalorización, hablas de abolengo sin tenerlo, te ufanas de imaginarios, crees que un estilo de vida aparente te dará la potestad de sentirte mejor que otras; pontificas porque (nosotros) te hemos hecho creer que existes por tu belleza, pero sabes que la amargura del desamor cobra con creces, esperas la hora moribunda de los amigos que se van y los recuerdos mimosos que se niegan a abrazarte. Te mientes con certeza, te crees adornada con dones celestiales, hablas fuerte de tus amigos y nuevos amores y entonces el viento me trae tus aborrecimientos, me comparas con todos y con ninguno, me quitas importancia y después me la das toda, dices que no existo y me nombras más de la cuenta, dices que esta vez, por fin -y gracias a tu Dios- sí encontraste al hombre de tu vida, un perfecto ejecutivo de cuenta, un exitoso hombre de negocios.

Y yo hablándote de compromiso social, de la importancia y el valor de amar en libertad, de la grandeza de lo humano y sus perversiones grandilocuentes, y tú, repitiendo frases y queriendo representar papeles antagónicos… No basta la bisutería mundana para conquistar el alma, la trascendencia no se quita o se pone, no es un perfume o un splash, no es dejarte obnubilar por nuevas comprensiones, o incomprensiones para el contexto, va más allá de la relación dialéctica con tu peluquero, no es suficiente parecer, hay que ser. No basta hablar de autores… hay que leerlos… Ahora bien, si nos decimos muchas veces una mentira se convierte en verdad obligada, por ello es mejor no pensar en el futuro, y hacer de eso un encanto sublime de posibilidades variables, es mejor esperar a que el tiempo te dé la razón y seas quien debas ser… No te escribo a ti, no te lo creas, no estoy solo, no lo pienses… mi vida transcurre pese a ti, no deshonraré la depresión, no te pediré favores para que creas que son pretextos para verte, no le preguntaré a tus amigas cómo estás, para que asumas que sufro.

No es para ti, no es por ti, no es contra ti, es por lo que amé de tí. Por fin estamos de acuerdo, la clase no se improvisa, pero sólo cuando no se tienen asideros equívocos, la clase no es genética, ni biológica, es contextual. ¿Ves? Si me sacas de contexto y piensas que necesito tu dinero, o crees que nos vamos a devolver las cosas regaladas, pretendes hacer un plano en el que las coordenadas no existen, es decir, el recuerdo, sólo tiene sentido si quien recuerda sabe hacerlo, de lo contrario aparece triunfante el olvido y arrasa con la vida.

¿Qué tal lo que escribe este tipo? ¡Está loco! Dirás. Mientras tanto a quien le escribo esto lo recibirá con la fe necesaria para sobrevivir a su pobreza existencial, y a la otra, a quien le escribo, sabrá de sus disimulos por evitar el reflejo de su hastío, y quizá a la otra, mientras peine su cabello sabrá de qué le hablo. Mientras pasa tu orgullo como faceta actual, mientras pasa tu inquina como evolución, mientras paso yo como un “nosotros negado”, seguiré siendo simple pero de manera trascendente lo que levemente alcances a creer que soy.

1 comentario:

TioRico PoKer dijo...

que buen escrito....

no tengo nada más que decir.


bueno solo que hemos tenido la dicha y la valentía de pasar por las tres clases sociales y adaptarnos con dignidad.
Hemos vivido la angustia de sus personajes de hambres y dietas, recuerdo aquella damita hermosa a la que le dijiste que no te maquilles tanto porque el maquillaje no alcanza a disimular la tristeza en el alma.

hay amigo, hemos tenido que padecer a algunos que se dejaron quebrar por su clase.