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miércoles, 29 de julio de 2009

SUBSISTENCIAS DE ANTAÑO

Un maestro me dijo que posiblemente nuestras parejas habían sido enemigos en vidas pasadas, y que a veces, al reconocerse, empezaba a destilar ese odio de discrepantes, ese fastidio de aquellos que se parecen tanto que no se soportan. Entonces pensé en ti y en mí, y en esa necesidad de amarte, de decirte a cada segundo que no importaba nada más que las voces de mi corazón, que en efecto, sabía que este encuentro no podía ser cosa de una sola vida, que nos perseguíamos vidas antes… quise decirte que la eternidad a tu lado es un suspiro de alguien que crea universos cada vez que respira.

Pero pudo más la gana de saciar nuestro ego, fueron más fuertes las ideas de adulación y se nos complicó la relación como una alucinación que toma fuerza propia. Tú y mi vista de tu belleza y yo con esa adoración permanente, que no me permitía ver, sino sólo aquello que quería rescatar en ti. Entonces eran más grandes tus ojos que tu arribismo, era más brillante tu pelo que tus discusiones, eran más fuertes tus caricias que tus argumentos… ¿crees que me importaba?... -por favor- aquí los sentidos se embelesan, el lenguaje estorba cuando la conexión del silencio existe en los senderos oscuros de una piel… -es verdad- cuando dejaste de verme como me querías, me convertí en eso, que tanto detestas.

Aquí hay una buena nueva, ¡Nos reconocimos!... y pese a las promesas falsas del bálsamo de tus orgasmos, que fueron negados por un nuevo arrendatario de tu amor, hoy sé que eres mi enemiga, que quizá te maté o tú me empujaste de un caballo del siglo XIX, quizá te conquisté en tu palacio y te enamoraste del bufón, o quizá en una peste no te atendí… ¿quién sabe?... es mi manera de explicar este vacante lugar de certeza, esa seguridad que me dabas y la angustia que me dejaste, la locura de una estafa por una amanecer juntos y la ironía de tenerte encerrada en mis fantasías futuras.

Una vez cerraste los ojos para dormir, escuché tu respiración arrítmica y me columpié en tu fragancia de modelo de ornatos, vi tu piel blanca con sobresaltos, tu espalda plana, tus piernas buscando las mías, tus manos metidas bajo la almohada y ahí pensé en matarte, para congelar el momento, para dejarte una huella, pero tu pelo me imploró, tus labios susurraron alguna palabra que venía del mundo de los sueños, te perdoné la vida.

Otra vez, cuando discutíamos por nuestras posturas intelectuales, tu fascinante blancura, se convertía en lerda palidez, y tu voz que me guiaba en los mares de tu triángulo, era una estridente sarta de silogismos forzados… Esa vez, pensé en arrancarte los labios y una mano, por si acaso, para guardarte en el congelador y acudir a ti en trozos.

Pero casi me convierto en uxoricida cuando prometiste proveerme de tu cuerpo y como jugando, hoy decides dejar todo al desparpajo de lo aleatorio, como si todas las vidas que te he deseado, se hubieran acumulado en esta… me dices que estás enamorada, y que lo vas a intentar con alguien…

Querida enemiga, me muestras mi más profundo defecto, el egoísmo, me tensionas la paciencia, me ablandas el carácter, -maliciosa-, me sabes subordinado a tu desnivelada sexualidad silvestre, caigo ante una posibilidad de contacto, me rindo ante una petición, me haces de papel, me acarreas, me influyes… pero aún no logras determinarme.

Una vez más siento que me enfrentas contra mí, ¿Crees que me importa acaso? No quiero escupirte, humillarte, ni hacerte sentir ínfima, no quiero decirte mala amante, incongruente ni falaz, no quiero decirte que te amo, que lo hice, lo hago o lo haré, no quiero tocarte, sentirte o pensarte…

Todo queda archivado en un presentimiento, como una información paradójica que sabemos que está ahí pero no admitimos su existencia, estás en mis prejuicios, en mis pretensiones, en el lado de la intuición, en las clarividencias de mis sueños…

¿Te soñé? ¿Eres? ¿Existes? ¿Te creé? Todo puede ser, que para alimentar mi ego, te haya puesto en mi camino, como el mejor accidente de esta vida, quizá antes de venir aquí, decidí amarte y puse como condición que encajáramos sólo en las sombras geométricas de nuestras esencias transparentes.

¿Qué pasará en las siguientes vidas? Nos reconoceremos otra vez, te harás deseable, te mostrarás inalcanzable, me darás por gramos tu piel, y ahí cuando sepas que soy el mismo, te irás, diciéndome que un día, tal vez, quizá, de pronto tus pies caminen en mi mundo.

He pronunciado tu nombre tantas veces que lo he olvidado, tengo miedo a evolucionar. Si me encuentro contigo, volveré a mis más rastreros deseos de posesión carnal, como un demente que se excita pensando en la masturbación y se masturba pensando en la excitación, en un espiral orgiástico infinito, pero si no me encuentro contigo, estaré más tranquilo, pero tenlo por seguro… menos feliz.

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