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miércoles, 12 de mayo de 2010

EL ÁGRAFO

Me invadió una agrafìa bárbara… las letras se acumulaban y las palabras serpenteaban en largas filas, pero todas en silencio como esperando el milagro de la voz, el impulso de la conciencia, el talento de la inspiración o la simple excusa de existir.

Quizá me había impactado su audacia olfativa: “Hueles como cuando vivías con tus padres” o sus recuerdos traicioneros sobre la buena energía y esas cosas esotéricas, es posible que el canto de su cuerpo y sus melodías inusuales me hubiesen hecho deletrear la emoción y transferir sin permiso mis andanzas a su lado… pero no. Nada pasaba de la aduana del silencio, nada era validado por la ansiedad inconclusa, el sentido se desmenuzaba con fuerza y la terquedad yacía delirante como embriagada por ideas del futuro.

No fue tampoco porque me enteré que se había dejado embaucar por alguna religión, o que sus argumentos de sudor no pertenecían a mis estruendos de placer, no fue nada de eso, ni sus ojos, ni su pelo, ni su olor, nada, ni su actitud de quinceañera feliz e ingenua, ni sus besos de despedida, ni sus miradas cómplices…

Una orgía de lápices en un pocillo grande…. me llevaría a pensar en ella, no tiene nada que ver, pero me doy cuenta que no domino ese territorio que se refiere a ella. Le puse un mensaje, adulando su inteligencia, hablé con ella y a los dos minutos se me acabó el tema, quise hacerme el cobarde y no resultó, quise sacar mi animalidad pero, ya aquella criatura era una mascota conforme con su destino. Pareciera que me hubiesen quitado de mi pecho a un ser esotérico, como si mi pecho estuviese menos inflado, como si baños de sal marina me hubieran incitado a ofrecer disculpas, por algo que no entiendo que hice.

Saramago me jodió todos los amaneceres y Kundera hizo lo mismo con mis sentimientos… sueños de poder… cartas de póquer… estrategias que sólo le funcionan a quien las inventó o a quien tiene la paciencia para seguir un mandato… sifones oxidados por los que corren las aguas impuras de la limpieza sutil… me intento bañar.

Fumo desnudo y tan pronto como salgo del baño, pienso en la estúpida idea de inventarse cigarrillos para fumar mientras se toma una ducha, sigo desnudo y voy a la ventana para no dejar rastros del delito de fumar adentro… son las once de la noche y el clima frío silba como en una película de vaqueros… siento el frío.

Boto la mitad del cigarrillo y veo como cae en la calle, me hago recriminaciones morales sobre ensuciar la calle, pero soy inmune ante mis críticas… cierro la ventana y veo mi reflejo y en ese momento recuerdo su cuerpo convulsionando de muerte que ella misma se buscó al provocar mi lujuria…

Busco entonces recuerdos menos insidiosos, sus dientes postizos, su sabor, el tatuaje oculto, la promesa de una noche con “las mil y una noche”, pero hay escasez de recuerdos, quizá la semana pasada estuvieron en promoción, pero esta semana no hay…
Tengo sed, debo hurtar un poco de jugo y rendirlo con agua, para evitar problemas, no quiero entrar en polémicas por mi tiempo excesivo en el baño y su abuso con el gasto de agua, mucho menos el tema de los pelos en el lavamanos o en la ducha… esas son cosas que quedan en silencio.

No sé porqué pienso en el deseo y la culpa, es pareja cruel que me ha acompañado… los saludo a cada uno con imágenes, los incito a la charla, pero parecen disgustados, entre sí y conmigo. No vale la pena seguir en este diálogo infeliz… de seguro utilizaré la estrategia del orgullo, eso de creer que el otro hablará primero… si… eso es… declaro mi enemistad con la culpa y pongo en claro mis diferencias con el deseo.

Un momento… aquí hay un tercero excluido… ¡Yo mismo!... suspiro… me devuelvo a la clase de filosofía de décimo grado… no hay nada que hacer, estoy prolongando adrede mi adolescencia… que a su vez es un estiramiento de la niñez… estoy, sin duda autojustificándome.

Me quedé dormido viendo alguna serie gringa, el dolor de cuello me hace recordar que sigo vivo, quizá espero una presencia, un anuncio, un sueño con el número de la lotería, un par de ases no me es suficiente… quizá sólo deba aprender a esperar.

La nitidez… la certeza… la preclaridad… ausentes permanentes insolentes… juego a poner letras juntas, pero las filas de palabras ya empiezan a sublevarse…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen blog!!!!
Te invito a que pases por el mio!!!
clarasojo.blogspot.com