- Buenas noches doctor, soy Ramiro Crozas –dijo
por el citófono aquel hombre -, vengo recomendado por el Señor Moreno.
El doctor miró el reloj y pensó que ya no había más citas
ese día.
- Siga, señor… ¿cómo me dijo que se
llamaba? –preguntó, mientras oprimía el botón que desactivaba
el seguro de la puerta-. Empuje la puerta.
- Ramiro
Crozas, doctor –exclamó aquel hombre con
un afán repentino-, me han hablado muy bien de usted.
Aquel consultorio tenía una intimidante biblioteca, un
escritorio de madera y la típica silla en la que los pacientes le hablaban al
doctor de cosas que sólo les importaba a ellos.
- Es un poco tarde –dijo el doctor mientras tomaba su libreta de
apuntes en la que escondía sopas de letras-; ya estaba alistándome para salir.
- Hace frío –respondió el paciente frotándose
las manos-. ¿Me regala un tinto?
Hubo un silencio molesto y el doctor le indicó sin
mirarlo que se sentara frente al escritorio.
- Cuénteme,
¿en qué le puedo ayudar?
El paciente le dijo que prefería hacerse en el silloncito
ese donde se acuestan los locos, el doctor tensó la cara ante tal chiste y le
soltó una sonrisa tan falsa como la de los vendedores; sin mirarlo se ubicó en
el sillón desde el cual fingía prestar atención, el paciente se recostó con las
manos metidas en los bolsillos de su abrigo y suspirando dijo:
- Tengo
un problema doctor –El médico movió la mano haciendo círculos con los dedos,
indicándole que continuara-, me gradué de un taller de escritores y después me
salió un trabajo como cronista judicial.
- Ajá –dijo el doctor en tono paternal-,
continúe por favor.
- Verá, me toca escribir cosas de muertos y
crímenes. –El médico paró de buscar la palabra “sensacionalismo” y lo miró y se
dijo para sí: “Otro con fijación en la literatura, debían prohibir esos
tallercitos”-. Entonces doctor, tengo
mucha presión…
El Doctor se aclaró la garganta y dijo:
- Veo, continúe por favor. –Y volvió a buscar la palabra; el paciente seguía hablando y mirando el techo–.
Adelante, siga hablando
.
- En ese trabajo me joden mucho, a
veces tengo que inventar cosas y me siento terrible. –Su voz se empezó a
quebrar y el médico le alcanzó un pañuelo como sabiendo que venían algunas
lágrimas-. Me siento muy mal.
- Pero
en concreto, ¿cuál es su problema?
- Que ya
escribí la noticia para mañana.
- Pero
eso debía hacerlo sentir bien ¿no? –mientras dejaba a un lado su libreta de
sopa de letras-, ¿no se siente bien por ya haber hecho su trabajo?
-No doctor, Usted no entiende, hasta
ahora esa noticia es mentira. –Y en ese momento acarició el cuchillo entre sus
bolsillos-. Hasta ahora es mentira… ¿me entiende?
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