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miércoles, 14 de marzo de 2012

EL GRITO DE UNA HUÉRFANA


C
uando ella abrió los ojos no sabía quién era ni donde estaba. Su cuerpo estaba entumecido, no había luz en aquel lugar, por lo tanto tener los ojos abiertos o cerrados era lo mismo; intentó buscar algún vestigio en sus recuerdos para ubicarse, pero fue en vano, sólo escuchaba unas voces lejanas, que venían del exterior de aquel recinto en donde se encontraba. Todo se movía… era como si estuviera en un baúl de un automóvil.

            Intentó gritar pero tenía la boca tapada por el polvo, su cuerpo seguía tieso, petrificado, quizá por el miedo de no saber dónde estaba o por el terror de no saber quién era. Se intentó calmar a sí misma, decidió pensar que era huérfana y que estaba allí, porque la protegían de un peligro mayor.

Sabía que se mentía a sí misma, pero le gustó la idea de la orfandad, entonces intentó gastar el tiempo identificando el ritmo de aquel sitio en el que estaba… tres veces adelante, tres atrás, un poco a la izquierda, al centro… tres veces adelante…  Se aburrió de aquello y resolvió poner atención a lo que escuchaba afuera:  “Yo pé ta uta buen cio” escuchaba en un eco lejano, y su cuerpo seguía meciéndose en un vaivén que le causaba mareo.

Estaba intentando comprender aquellos sonidos lejanos y escuchó una voz que provenía del mismo recinto, pero le hablaba en una jerga incomprensible: “Hello, my name is Dict…” ella se asustó y quiso gritar… ¡YUZZZSCCC! Sonó una cremallera… tanto ella como aquel que le hablaba quedaron en silencio. ¿Estaba en una bolsa para dormir? ¿Había alguien más allí?... y los sonidos que antes no se entendían fueron palabras. “Sí, sí… ya llevo el encargo” y otro vez ¡YUZZZSCCC!... sólo hubo pánico y silencio. Sintió que la alzaron, ya no estaba en un automóvil.

La dejaron sobre una superficie dura y la bolsa dejó de moverse, se oían pasos, y sonidos distantes “rá… pé uta y rio… atos… atos”, ella suspiró con un sonido agudo, como el que hacen las personas que sufren de asma cuando se angustian. La bolsa se abrió y en claroscuro pudo ver unas manos que buscaban a tientas, pensó que aquel suspiro de asmática la había delatado… las manos sujetaron y sacaron de allí a quien decía: “Fuck!... This is the end…”.

Esta vez la bolsa quedó abierta, y alcanzó a ver un techo mal pintado con reflejos de luz amarilla; aquellas manos volvieron a entrar, la sujetaron por el cuello, tapando su boca, y la sacaron de la oscuridad. Estaba en un apartamento viejo y, sólo alcanzó a ver al fondo una guitarra sin cuerdas.

Vio a quien la sujetaba, un señor barbado, con los dedos quemados en sus puntas; la cargaba, la observaba, la tocaba indecentemente por todas partes…  Kligc… Kligc…  sonaban sus pasos en el piso de madera, mientras él se dirigía al sitio en el que estaba la guitarra, y ella vio como se acercaba una niña de quizá ocho años… “Gracias papi, este diccionario de inglés era el que quería…”, “Mira, mi niña, esta flauta que compré…” dijo el señor de barba.

El hombre dejó la flauta al lado de la vieja guitarra… la flauta soltó un nuevo suspiro silencioso en forma de pregunta “¿Do re fá mi fafá?”

1 comentario:

Ang dijo...

Sencillamente genial, logras darle vida a una flauta y la flauta en si es vida y es "cosa que respira"
un saludo...

Angelatry