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miércoles, 31 de octubre de 2012

LA HISTORIA DEL PÁJARO DE PESTAÑAS BLANCAS QUE VIVÍA EN LA LAGUNA DEL PARAÍSO (CREACIÓN DE PERSONAJES… UN MAL EJEMPLO)



“Mi luz, mi corazón, mi pajarita, mi crayón, 
 por verte fui dejando... siluetas en las puertas” 
 Dibujos Animados. Pedro Guerra 

Uno de los aspectos principales para crear un personaje, es que el lector o espectador sienta ciertos grados de identificación con él; en la construcción de personajes se habla de capas, que se desplazan para dejar ver otros niveles que en apariencia no eran lo que se pensaba en un principio. Es en ese viaje, por las capas, lo que hace parecer que el personaje sea más humano, a ello se le llama profundidad, es decir que el personaje puede sentir, sufrir, caer en la agonía o saltar a la felicidad, puede ser tirano, cínico, silbar como grillo, sonreír por cualquier cosa, de alguna manera al crearlo, lo que hacemos es exponer su intimidad. 

Un camino para empezar en la creación, es pensar en los aspectos genéticos: estatura, género, aspectos particulares que lo distingan, peso, descripción de su pelo, color de ojos… aspectos en general que tengan alguna relación con lo que después serán las actitudes, por ejemplo si es alguien que tiene una cicatriz, eso ya contiene otra capa. Algunos, nombran esto como "pre-esencia", es sin duda, lo superficial, por llamarlo de algún modo la piel. 

La siguiente capa, puede ser su núcleo familiar o su entorno inmediato, aquí entra su niñez, la conformación de su autonomía, su carácter, se presenta un paso muy importante de individuo a sujeto, que empieza su función en la sociedad, es clave saber que lo que en ese momento ocurra va a ser una fuerte influencia en la vida posterior del personaje. 

Los valores, la forma de relacionarse, la manera de entenderse a sí mismo, todo ello, el personaje lo debe aprender, pues esos aspectos determinarán, el comportamiento del personaje, pero, -de hecho como en la vida de los humanos-, se presentan momentos, que cambian la forma de pensar o de ver el mundo, esto es la capacidad de cambiar espiritualmente a lo largo de su vida, hay que anotar que el personaje no ha de estar solo, siempre en un marco social, sea cuales fueren los parámetros de ese marco; vale ayudarse de  preguntas: ¿Qué siente el personaje por los demás? ¿Qué piensa de lo que lo rodea? ¿Cuál es su postura ética?. Entre muchas otras...

Quizá uno de los aspectos más relevantes es la experiencia, que es todo lo que le ha pasado y cómo él gracias a lo anterior (y otros aspectos tales como las creencias, los universos más grandes, que envuelven al personaje) ha reaccionado, bien sea por su fuero propio, por presión de otros o por las circunstancias. También, se puede hablar de las causas y los efectos, lo que hizo o dejó de hacer en su pasado, que determina su presente o cambiará su futuro. 

Estos puntos básicos, pueden ser la base, para que la propuesta del personaje, en su acción sea coherente con lo que es, veamos un mal ejemplo: 

Había nacido el día 166 del calendario gregoriano, un martes por cierto, quizá por la magia de su encanto ese día se decidió celebrar el día del libro o tal vez el día del viento; era la preciosa hija de un gigante y una pequeña dama. 

Su presencia física poseía la inconmovible bendición de la belleza, pero tenía un carácter discontinuo, que pugnaba por la mentira de ser feliz o la tristeza de sentirse simple, de tal forma, su infancia fue un encuentro de fantasías, risas, juegos y descubrimientos tempranos de que el mundo, no era lo que le decían. 

Era dueña de una elegancia natural, la jovialidad era parte de su personalidad, sus encantos la hacían egocéntrica y su embrujo mayor era esa inquietud de niña… esas ganas de querer descubrirlo todo, de tocarlo todo… 

El tiempo pasó por su vida y se convirtió en una deseable adolescente. Era inconstante y se aburría con facilidad y justo ese detalle hacía, que todos se preocuparan por divertirla, en verdad tomaba la vida como un juego; era encantadora y amable, sus mejillas se sonrojaban con facilidad y expelía un aroma silvestre que se convertía en un artefacto mortífero capaz de hipnotizar a cualquiera. 

Aprendió a mentir bien, digo, a mentirse bien, a nunca perder su encanto, pero tenía la facilidad de desanimarse y de saltar de un estado de ánimo al otro, quizá con ese tránsito lograba escapar por un momento de su angustia por encontrarse, sin embargo, su inteligencia y capacidad de análisis la hacían salir con buen humor de los atropellos de su mirada pragmática. 

Sus ojos de adulta semejaban un vínculo con lo sagrado, algo así como una fuente del paraíso que ofrecía sus aguas para rituales de liberación, su risa era como la generación de nuevas palabras, como la mezcla entre ingredientes y condimentos, tenía en especial una cejas perfectas, que se despelucaban al compás de sus entretenidas conversaciones… entonces sus sentidos exaltados, lograban que relacionara todo con olores o sabores, cerraba un poco los ojos y dibujaba en su cabeza relieves de sensaciones provenientes del gusto por los sabores y las mezclas de sensaciones en su paladar. 

La frescura de su piel, la vivacidad de sus ojos, la fragancia de su pelo largo y su sonrisa timorata hacían un cuadro perfecto con sus manos de ágiles movimientos de aquella pequeña emperatriz del universo. Pero, tanto poder, tanta hermosura, tanta elocuencia, la volvían tensa y exigente, le encantaba molestar a quienes no la soportaban, sólo por tener el placer de hacerlo. 

No le gustaba la quietud, lo monótono y por la necesidad de estar en movimiento permanente, se volvía presa de sus propias sensaciones, que entraban en una contradicción entre la tierna romántica entregada y la tirana apática al romanticismo. 

No era fácil para ella nada, pues podía conquistar a quien quisiera, pero una vez hecho esto, se aburría y emprendía nuevos proyectos, que sin duda abandonaba con rapidez… 

No sé si me besó o yo lo hice, si se despidió con una frase simple o dijo algo cariñoso, no sé si al darse cuenta que me gustaba se portó altanera y odiosa, parecía como si me consintiera tirándome los vellos del pecho, o me abrazara con cierta furia momentánea… todo se daba en línea doble, no quería estar a solas conmigo, quizá por miedo, quizá porque sabía que me intimidaba. 

De alguna manera se creía experta, decía con facilidad que no disfrutaba del sexo y contaba historias risueñas de sus aventuras, su sensibilidad era tal que podía llorar de la risa y hasta reír por causa del llanto; parecía como aquellas alquimistas de los alimentos, que convierten cualquier producto en un delicioso manjar… no he hablado de su lunar en el seno izquierdo… de su olor silvestre… no he podido crear este personaje… 

Quizá se deje tocar, a lo mejor acepte mis peticiones de desayunar juntos o de que un lobo cazador se aproveche de la ovejita supuestamente ingenua… me gustaría que sus manos tiemblen cuando las beso, que se erice su piel al escuchar mis susurros indecentes… ese personaje que he creado, está tomando vida, me hace desearla y lo disfruta, me desubica, me hace temer… 

Advertencia: Cuando te vuelves el personaje de tu personaje, dejas de ser autor, para convertirte en un diálogo que se revuelca sin lógica… como la mezcla de mi personaje entre ingredientes y condimentos… algo que llamó ingrementos… 

Así, el personaje se vuelve propio, se apropia y te jode… así, como en un cuento...

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