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lunes, 5 de noviembre de 2012

ELLA DICE: "LAS COSAS PLANEADAS NO SALEN", ÉL DICE...


Tuve los rastros de tus dientes en mi piel y el color de tus ojos refundido en algún lugar de mi cuello; guardé con recelo la hora bendita de aquel beso y me aterré del protocolo para acariciarte;  como en una travesura del destino apareciste, con tu carácter ambiguo, tu cromatismo exagerado y las noticias dichas por ti, sobre tu propia locura…

Entonces tu humor variaba dependiendo de cualquier cosa… y yo con propuestas… y yo con peticiones. Me hundí en tu oleaje de emociones y supe salvarme sólo porque te observé con ternura, me aferré con simpleza al olor de tu pelo y salí avante  recorriendo la forma de tus cejas.

Te alimenté… y de vez en cuando me compartiste de tu plato, me dabas un pequeño bocado con seguridad y devoción maternal, te olía… y te quedabas esperando mi comentario al respecto… casi al borde de la indigencia emocional marqué los lugares permitidos para posar mis labios ansiosos,  te miraba… y tus brazos me dominaban cuando me invitan a acercarme.

Creí ver en tus manos la letra inicial de mi nombre… quizá se trate de una triste casualidad y que esta marca te recuerde un pasado cercano, que pretendes alejar…y una canción nos invitó a ser testigos de nuestras mañanas… y otra nos insistió en llevar todo en secreto… y surgieron diálogos sobre los diálogos y la hora destinada de las 6:22 para besar se hizo distante.

Ahora me consientes, cuando te acuerdas… y hablamos de las ganas… entonces te cuento que las ganas tienen que ver con desear ávidamente… pero nada importa porque me tomas la mano… me sabes callar… al recostarte en mi hombro o al rascarme la barbilla.

Y después, cuando estamos los dos y nadie nos mira… y después cuando la luz se apaga tus labios besan los míos… y el ajuste es perfecto… el ritmo es el adecuado…la duración es la correcta… y seguimos hablando, como si ese beso no me hubiese hecho feliz, como si todos los días sintiera el piso blando o el tiempo detenido. Quizá, debo disimular mi adoración y no manifestar cuánto me encantas.

¿Por qué no me miras? - Porque te besaría...
¿Por qué no me miras? - Porque te haría el amor...
¿Y ahora, por qué no dejas de mirarme? - Eres... preciosa.

Te vistes para mí, y tres florecitas en relieve adornan tu vientre… me preparas manjares, postres y jugamos a acomodarnos en un sillón pequeño… te vuelvo a oler con relativa periodicidad, y tu vestido reta la gravedad…

Vimos una de mis películas favoritas…  y uno de los personajes recitaba: "No le dé más vueltas. Va a tener mil pasados sin ningún futuro. No piense más. Se va a quedar sólo con recuerdos (...) "mientras tanto, yo fungía como tu almohada.

Hora de dormir… y parecía que mucha oscuridad nos afectara y parecía que hacía frío y parecía que hacía calor…

Y el resto sólo queda en la memoria de mi piel… destellos de tu rostro, el temblor de tu cuerpo, el ruido de la cama, la precaución sobre huellas inadecuadas, el juego preliminar en el que hiciste trampa, el discurso teórico- práctico de lo físico, lo mental y lo espiritual… lo no resuelto y la sonrisita de satisfacción.

No he despertado y presiento tu olor en mis poros, no ha pasado el fin de semana en el que me portaré como caníbal, pero presiento que debo dejar que respires para no asfixiarte, que no debo hacerte propuestas románticas que leas literalmente… ¿Cómo consentirte sin malcriarte?... ¿Cómo demostrarte lo que siento sin caer en una patética devaluación sentimental? ¿Cómo dedicarte un verso más sin que esté demás?

Temores, sueños, días ajenos y noches propias…  es este universo pequeño e inmenso que se hace llamar: tu y yo… se trata sólo de un punto de encuentro en esta vida, que vivo junto a ti.

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