AQUI PUEDES SEGUIR ESTE BLOG

martes, 12 de marzo de 2013

DORMIRÉ SOÑANDO QUE ME QUIERES...

Todo empezó con un lindo mensaje: “Oye, espero que estés bien… juicioso… y no tomando por despecho… Cuando salgas, cúbrete bien… está lloviendo. Cuídate”.

Y uno en un desierto de buen trato, y uno con tanta angustia vuelta costumbre, y uno exiliado de esas manifestaciones de afecto y uno pensándose culpable por las imposibilidades de otros…

Apareció como un truco, de la nada; si bien, ella y yo nos habíamos visto, nunca habíamos compartido más allá de un saludo o unos cuantos cumplidos sobre sus ojos o mi forma de hablar. Surgió como una duda, de repente, sin anunciarse, justo como un oasis.

Pasamos tiempo juntos… - demasiado para quienes apenas se conocen -, como explicando un error del destino, como si la perfección no se gastara, como empezando una danza exacta.

Las culpas por las fallas del ayer, se diluían con facilidad, y nos convertimos en confidentes, en correctores de estilo (de postura y de dicción), en médicos preocupados por la salud pulmonar (prohibiciones de fumar)… en poco tiempo, nos enfocamos en cada uno… supimos que en otros momentos de nuestras vidas éramos felices siendo infelices.

Nos servimos de apoyo, de oídos, fuimos asesores de imagen, consejeros de modas, compañeros de estética, críticos de comidas típicas…

Es una historia clásica de transformación… sin rumbo… quizá, la mejor decisión que he tomado… la condición de haber extrañado si haber estado, perderme en sus ojos verdes sin miedo… y con tanto temor que lo mejor sería dejarme fluir…

Me leyó, me comentó, se entristeció, se alegró... se sorprendió, se identificó, odió y amó, se dejó tocar por mis letras y navegó por mis historias con atención y respeto, con frialdad y pasión... casi como si fuera la primera lectora de mi primer libro...

Entonces me enviaba canciones con mensajes maliciosos… y un día discutiendo sobre gramática apareció el tema de las formas verbales de imperativo stricto sensu, le dije que esas formas se trataban de aquello que se solicita o se ordena y que corresponden en sus desinencias a las segundas personas de singular y plural, como: come, calla, baila, ven… y se me ocurrió la aplicación al verbo besar pero expuesto como subjuntivo con pronombre al final (con usted o tú y ustedes, nosotros y nosotras), le dije: "Bésame". Juro que era un ejemplo.

Abrió sus ojos y me dijo: “No”.

Entendí que no entendía, y que aquello que era un ejemplo del uso del imperativo se había tomado como una petición contextual. Lo asumí con humor y de pronto me hallé caminando tomado de su mano, como si nada más importara.

“Sabes que te quiero”, me escribió y con eso tan simple me bastó… para dormir bien... o mejor he de decir: soñar…

No hay comentarios.: