Pensé que mi reencuentro contigo sería solemne, rodeado de
segundos acusadores, fragancias
indiscretas y miradas antipáticas. Había planeado un sarcasmo lo
suficientemente encriptado, para que quedaras al margen de mi frustración e
intentaras sacudirte de los restos de mi audacia empobrecida.
También, estaba construyendo un seudónimo burlón, para
referirme a ti, algo así como un mote en clave, para nombrarte sin hacerlo y
preferiblemente en momentos de desprestigio, tenía entonces varias opciones:
Pinocha, Kefas, Avatar, Hallux Valgus, Chechi, Luci, Lindbergh… cada cual con
explicaciones elaboradas y argumentadas, basadas en tus actitudes, nuestras
experiencias, mi rencor, tu ausencia y tantas otras cosas filtradas en ese
fallido romance que me ingenié contigo.
Estaba preparando un diálogo cortante, una voz gélida, una
actitud distante… todo para sellar, con
vehemencia, altivez y dignidad, este traslado a los terrenos de la omisión.
Lo último que recuerdo que hice por ti, fue la modificación
de un texto, gracias a un lamentable mensaje que me enviaste, que me obligó a
mirar el historial de las conversaciones intercambiadas contigo, allí, noté tus
evasiones, tus emociones, tus negaciones, tus atisbos de ternura, tus
propuestas amatorias y hasta tus peticiones de diversa índole. Pero, el mensaje
aquel, era claro, te preocupaba que yo y mi proceso chismoso de contar todo,
expusiera eso que pasó entre nosotros… y eso que ni siquiera te nombré, pero ya
ves, así son las cosas, me lees cuando ya no escribo para ti.
Caminaba entonces al mediodía y vi a alguien que me sonreía…
eras tú. Se asomaron tus dientecillos y en tu cara se manifestó ese gesto
amable y encantador, ibas vestida de negro, con una maleta colgada en la
espalda y venías de frente, quizá por el atuendo te vi oscura, tuve tiempo para
ver el color de tu nuevo tinte y escuchar tu pregunta sobre algún sitio.
Un pequeño beso convencional en la mejilla y entonces tu figura
tapada se hizo pequeña. No miré hacia atrás, quizá por miedo a quedar convertido en una estatua de sal.
No dije nada, quedé sorprendido por mi capacidad de hablar
mierda, sobre lo que iba a hacer cuando te viera; caminé con tranquilidad,
atento a un posible derrumbe emocional, a alguna manifestación fúnebre, a cierto
gesto heroico de olvido… nada, sólo pensaba que este encuentro casual, sería
magistral, pomposo… pero fue de lo más simple, normal, casi que aburrido.
Me prometí, con serios antecedentes de incumplimiento, no
planear nada, no invocarte, ni siquiera para olvidarte, odiarte, referenciarte
o cualquier arte… Me juré, con clarísimos marcos referenciales de mitomanía, no
escribir anuncios ocultos, como que me volviste un coprólogo, que aprendí a
detestar los fetiches simulados o que ahora igual que tu amigo, prefiero no
usar paraguas para mojarme.
Ahora que escribo, me amenazan las amenazas redundantes,
sobre la farsa, la rabia y el desconocimiento, mi intensidad, tus ardides y mis
petitorias… pero mi traje nuevo, me hace rechazar todo aquello que suene a
necesidad… me porté tan hambriento, tan codicioso… y ahora eres como un
recuerdo construido con la fuerza de la sensación de que alguna vez fui y ahora
soy como una construcción recordada con la debilidad de la certeza de lo que
nunca fuiste.
Ni una grosería, ni una reprimenda, ni una indecencia, ni
una corrección, ni un chistecito, ni una emoción, ni una mínima hidromención… así
que esto empezó como terminó: un encuentro casual, pero esta vez, éramos dos conocidos desconocidos.
4 comentarios:
no te quiero perder
Amor mío, cuanto te anhelo, anhelo perderme en tu boca, en tus ojos, en tu piel, anhelo que desbordes ese amor como lo sabes hacer, pero esta vez te pierdas en mi.
En tus escritos intento hallarme, busco que sientas un amor incandescente cuando me miras, que sientas que no puedes contenerte, que deseas tomar mi mano y que deseas mi compañía, así como lo hago yo……
Cantas al amor y al odio, eres bipolar y tenso y en esa tensión te encuentras humano, con la capacidad de sentir y de contar.
Tus palabras ajenas las hago mías, como si me escribieras, y te plagio y enamoro con ellas y en secreto sé que eres tú quien inventa y quizá soy yo la que te he inventado.
Este desahogo no planeado emocional, me gusto mucho!
A veces se sueña, se espera y se planea un encuentro, pero, cuando ese momento nunca fue nada de lo imaginado... !realidad en párrafos!.
Pollito Pataletoso
Publicar un comentario