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jueves, 3 de septiembre de 2009

RAPTO POÉTICO

En estos tiempos nerviosos en los que tiembla la reflexión, intento persuadirme de que no estás. Se me han agotado los disfraces quedo ante mi como en el reflejo de lo que fui, merodeo mi propia presencia y en mis suburbios hay rastros de un imperio glorioso y pujante.

Me pregunto por tí y puñales de viento apuntan mi estómago, no puedo... mi vacío total no permite tu entrada, ni el cansancio cabe, ya no hay lágrimas ni paciencia, parece que todo se ha rematado al peor postor.

Acaricio el piso mientras siento los labios resecos de la sed angustiante, el aire que huele a tarde gris, me sabe a sombras pobres, ya no hay lugar para morir, es escasa la cortesía, es perenne la arrogancia, es habitual el desencanto.

En un ricón, escondido de mi personaje aplaudo la desgracia, me alegro por la vida desventurada, como la única memoria de la lejana gracia, que un día llovió en mis hombros de hombre con hambre.

Correos sin entregar, regados, amarillos y sin firma, anónimos que quieren gritar su nombre, deseos que se volvieron reptiles porque se comieron sus propias alas, nubes felices que nunca pudieron lloverse, mucho menos verse y tan sólo les queda conmoverse.

Vuelvo, me miro, e intento pasar la saliva que se disminuye con el pesar, escupo y esculpo tu imagen, tiro y retiro tu ausente eficacia. En una llovizna de letras intento rearmar tu nombre, esta historia de comedia cursi que hace curso de tragedia.

Mis problemas se reducen a intentar recordarte, te vas como un cuerpo moldeado, llegas con llagas y quiero creer que sientes compasión, y quiero creer que sientes con pasión y quiero creer que sientes compás... ¿Para que miento? si en verdad no creo...

Ese andamio que se llama esperanza, en el que subía para mirar el futuro, hoy tiene óxido, se pudre, chilla por las gotas de llanto y llora por los chillidos del desuso, ese andamio acostumbrado a ser montado, reclama, como todo aquí es un reclamo de viejos fracasos y de nuevas desesperanzas.

Parece que la prisa tiene afán, oigo gritos de alegría fingida y pésimas pronunciaciones, oigo palabras estúpidas convalidadas por buenos trajes, veo libros apiñados y me siento a lo lejos en un camino... y me siento lejano en un camino y soy un camino que se aleja del rumbo, que aquí en voz baja te lo digo, en verdad no sabía su destino.

Sale el sol y me intenta calentar, maldigo un poco y prefiero la sombra, creo que esto que siento es verguenza, me atrapa la venganza y voces consentidas vitorean la más reciente solución dada, un evento cruel sin programa, un impertinente encierro libertario... la herida que cura en falso y el detalle de una infección.

1 comentario:

Espectacularisimo dijo...

Cada vez me sorprendo más con tus relatos. Creer que alguien es, y resulta una historia falaz...