AQUI PUEDES SEGUIR ESTE BLOG

martes, 29 de mayo de 2012

SALIR DEL SURCO AL LABRAR LA TIERRA


Yo había empezado a escribir eso en un papel cualquiera, más por cumplir que por querer hacerlo; tenía tantas cosas por contar que lo mejor era callarme y esperar alguna catapulta emocional, quizá alguna excusa para escupir la nostalgia o cualquier anuncio obseno de cursilería.

Quise cambiar el texto y poner 47 horas y 56 minutos, y ponerle una bomba, de esas que se pegan a los carros, al maldito lugar común del café de siempre, pero sólo conseguí encender otro cigarrillo y darme cuenta que las letras no querían estar allí, ni aquí, ni en ningún lado.
Cuando apagué mi cigarrillo mis dedos estaban alargados, pensé que era hora de volver al psiquiatra para que me diera las pastillitas de la tranquilidad… parpadeé con fuerza como intentando borrar la imagen de mis dedos como tinta espacida, pero las cenizas, la mesa del cafecito trillado de escritor traidor, mi ropa, los cigarrillos y el papel en el que escribía se habían vuelto fragmentos de letras.

Cerré los ojos y respiré profundo, tratando de acordarme de lo que me dijo el doctor de las pastillitas, tratando de manejar la crisis… “tranquilo, tranquilo, piensa en un lugar confortable” y me hallé en un desierto - ¡Perdón! para mi el desierto es confortable-. En una duna gigante, miraba el cielo azul y las ondas dejadas por el viento, y a lo lejos apareció un objeto oscuro, que crecía con rapidez, era una M gigante, que quería pisotearme… abrí los ojos para salir del colapso de mi lugar de salvación, pero mis manos seguían alargadas… intenté sacar el teléfono de mi bolsillo, pero la acuosidad me hacía debil y sin capacidad de sujetar nada.
Quise moverme y de reojo vi una H que fungía de guardían desalmado, empecé a respirar con dificultad, y recordé la anterior crisis de letras en la que terminé internado 13 días… “tranquilo, tranquilo, piensa en tu color favorito”…

 Y todo fue color naranja… no quería abrir los ojos y volver al infierno de afuera, sólo quería estar ahí, flotando sin afán… sentí como una sonrisa aparecía en mi cara… aún no me podía mover pero no importaba… todo estaba bien… todo estaba bien.

No sé cuanto tiempo pasó en aquel mundo naranja… pero el miedo de encontrarme sin sentido, de perder otra vez la puta cordura, el fastidio por la conmiseración de los demás… no quería, no quería saber que las cosas andaban mal… mi respiración parecía estar normal, el color naranja se había convertido en un rojo mediocre sin criterio cromático… era hora de abrir los ojos.

Abrí primero el ojo derecho, despacio, con temor, esperando encontrarme lo peor y estaba en el mismo lugar… ya mis manos estaban como antes… me di cuenta que era hora de ir donde la manicurista… aquel papel escrito, aquel cenicero aquel sitio, quedarían en una negación más.

Tomé mi teléfono y marqué… “Hola mi vida, te estaba pensando… ya hace dos días que no nos vemos” y me respondiste que estaba exagerando, “¿Por qué lo dices mi amor?”… y tu voz se volvío agudísima y chillaste diciendo “No te hagas el guevón… sabes que soy tu delirio”…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta historia es real? Sos un loco sensible