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viernes, 22 de febrero de 2013

CUANDO SE CONFUNDE EL DESEO, LA NECESIDAD Y EL INTERÉS…

Un punto de partida para esta discusión, podría ser, decir que las diferencias entre necesidades y deseos tienen que ver con la valoración de lo que es vital, por ejemplo el alimento o el agua son indispensables por tanto son necesidades; por otro lado, los deseos contribuyen a sólo a satisfacer, pero no son esenciales para la supervivencia.

Algunos laberintos tanto conceptuales como experienciales, nos pueden llevar a confundir, esas necesidades de conservación con simples deseos, así, terminamos siendo atormentados y martirizados por la baja autoestima. Y aparece el temor constante de herir a quien nos rodea, entonces preferimos quedarnos inmóviles, no decir nada y simplemente… aguantar. Esto se ha llamado entropía y estancamiento.

La delgada frontera entre necesidad y deseo varía en cada individuo, por lo tanto cada quien tiene umbrales de necesidad inferiores o superiores en algunos aspectos más que en otros, por ejemplo podemos tener necesidades emocionales muy intensas pero necesidades intelectuales relativamente débiles o viceversa, o podemos sentirnos forzados a intimar con la gente en un gran grupo afectivo de familiares y amigos, pero tener cortas ambiciones en lo relativo la realización profesional o viceversa.

Otra perspectiva propone que el deseo nunca puede ser satisfecho, es justo por eso que es itinerante y va mudándose de lugar, por supuesto, ese deseo se vincula con la ausencia o la falta… así que de alguna manera, el deseo es una evidencia de que nos sentimos incompletos. Aquí, surge lo que Lacan, quien defiende esta perspectiva, llama la demanda, que es una espiral continua, entre deseo y carencia, así el deseo retoma lo que ha sido eclipsado en la necesidad y lo renueva como condición absoluta… aquí, la demanda debe entenderse como un tema incondicional, separada de la necesidad y la falta.

Hay que aclarar que la demanda siempre tiene un objeto, pero el deseo, de alguna manera se mueve sin objeto fijo. El deseo nace de la separación entre necesidad y demanda, no se trata del objeto mismo sino del fantasma que este deja.

¿Qué pasa si reunimos en un sólo lugar, objeto (persona o situación), el deseo, la necesidad y el interés?

Ejemplo:

Hoy tengo frío y temor, he buscado excusas para disimular eso de los orgasmos, así, construí una humillante lista, que va desde chocolate blanco hasta las lecturas de horóscopos; me quiero distraer, me quiero preocupar… todo para no asumir este desfalco, este demérito y mucho menos, decirte que te diluyes como una vocablo ajeno, lejano e ininteligible. 

Te amo ¿sabes?, pero me sientes tan tuyo, que olvidas que existo… que te necesito, te deseo y que me interesas, por ello, el alimento que das es poco nutritivo para este estado de inanición; no quería decirlo, pero, dejé de esperar tus besos y la emoción porque me tomes de la mano es cada vez más extraña.

Quizá sin miedo no puede haber valor, te confieso que estoy temeroso por tu reacción, pero de alguna manera te pido que asumas el costo de la sensibilidad que he reprimido… dejé de esperar tus llamadas, estoy dejando de extrañarte y a veces, amor de mi alma, prefiero recordarte que estar contigo.

No quiere decir esto, que no te ame, que te prefiera como quiero que seas y no como eres, que no me maraville con cada cosa que se te ocurre, lo que quiero que veas, es que te prioricé, te convertí en mi determinante y para ti soy un condicional… esta manera imprudente, osada y sin medida de amarte me ha llevado a un debilitamiento que sangra y más allá de la anemia, el corazón ya tiene dificultades de empuje.

Te amo con convicción, con dedicación, con orgullo, con dignidad, con entereza, te amo en lo sagrado, en lo puro, en lo diáfano… te amo por no claudicar, te amo por intentarlo, por escucharme, te amo, en la imprudencia, en el desorden, en la indefinición… pero, mi vida… no te puedo amar en la ausencia.

Este, quizá es el precio que debo pagar por el valor que me inspira tu amor, te escribo con la plegaria de que me entiendas con el corazón, con la necesidad de que asimiles esto que siento, con el deseo de que estés aquí a mi lado, dibujando elefantes, con el interés de contarte este secreto a voces… este predecible final, en el que te digo que me gustaría ser amado por ti.

Lo sé, no parezco feliz, agradado, es más puedo parecer pesado y amargado, no sólo por mis requerimientos (muy temprano en la mañana) de que me consientas… puedo proyectar mi denso sistema de emociones que se puede contar claramente con los cigarrillos que fumo, créeme mi hermosa, estoy feliz, de encontrarte, pues de alguna manera me ayudas a encontrarme.

No quiero hablar con fantasmas de ti misma, recuerdos negativos o dolores del pasado, no quiero sentirme un apostador compulsivo que pierde todo y no le importa, no quiero ser el incómodo silencio del ascensor… quiero volver a extrañarte, a mirar el teléfono para saber si me has llamado, volver a pensar que un día me sorprenderás llegando de repente o que me despiertes con un beso, de verdad, quiero amarte no sólo con lo que tengo, si no con lo que soy.

Tu interés, tu deseo y tu necesidad, son sólo conceptos, son sólo maneras de abordar un crucero… un 97% de probabilidades de ser felices y maldito 3% restante que se cree importante… maldito alevoso…

Te veré amor… te veré… no habrá más simuladores de sinceridad… no se trata de sostenerte o que me sostengas… esta es una situación social delicada… una emergencia que puede ser catástrofe, pero lo caótico tiene la magia de lo incierto… todos, quizá todos, tienen a alguien… me pregunto ¿yo te tengo? Lo digo porque al revisarme, estoy en estado ausente y conectado sólo a tu disposición.

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