Llegó al restaurante. Era un pequeño recinto alfombrado y
con una tropical música instrumental de fondo que nada tenía que ver con la
decoración inglesa; cuando la mesera lo vio, se alegró y de inmediato lo
abordó: “Buenas noches, ya está todo listo ¿Quiere ver?”. Ella, en el antebrazo
derecho tenía un forro negro y doblado que contenía un vestido y en la mano
izquierda, sujetado cuidadosamente con los dedos en pinza un sobre de manila.
Él la miró y antes de poder pronunciar palabra alguna ella
dijo: “El vestido que Usted trajo, está aquí” –levantando su antebrazo–, y se dirigió
al sitio apartado de aquel restaurante, él la siguió y ella seguía hablando de
todo, al llegar a la mesa, él vio un ramo de flores en el centro, dos
individuales de tela y los cubiertos perfectamente dispuestos. En los extremos
de la mesa redonda, al lado derecho e izquierdo de las sillas, había una vela
en cada lado, “¿me dijo rojas verdad?
Aún mirando la mesa y disfrutando de toda la organización,
él dijo: “Ella no va a venir”.
La mesera se detuvo un segundo, sólo volteó la cabeza y sin
parpadear le preguntó “¿Su princesa, no va a venir?, “No” dijo él, con una
sonrisa forzada. Ella, puso el forro del vestido sobre el espaldar de una de
las sillas, dejó encima de la mesa, el sobre de manila y cambiando el rostro y
el tono de la voz pronunció: “Entenderá, que ya todo está pago, y no puedo
hacer ninguna devolución de dinero”. “No hay lío” dijo él, moviendo las manos, “de
hecho, sólo venía a recoger el vestido y el escrito”.
La mesera soltó un suspiro, “¿La ama mucho verdad?” y a él
le brillaron los ojos, “Si” respondió con una mezcla de nostalgia y esperanza.
Tomó su vestido, y le preguntó: “¿Quiere leer?, ella, tomó el sobre y sacó una
hoja color rosa que decía:
“Amada mía, hoy como
nunca estoy sorprendido de lo mucho que te amo, es una realidad que el
verdadero amor puede transformar, no quiero usar palabras rebuscadas, ni
brillantes metáforas, sólo quiero decirte que disfruto cada segundo a tu lado…
Mi tiempo es un
suspiro y pienso que a tu lado puedo expandirlo… hoy, aquí, en este sitio, con
esta cena, con este vino, quiero mostrarte que me importas mucho… no sé hasta cuándo,
pero lo que siento ahora es una cosita muy parecido a la eternidad…
No es más amor mío…
disfruta.
Tuyo.
El autor.”
Él seguía mirando las flores, ella metió con cuidado el
escrito dentro del sobre, se lo entregó en silencio. Él salió, con su forro en
el antebrazo, y dejó el sobre encima de otra mesa.
Tomó un taxi, llegó a su casa y esperó la llamada de su
amada.
Se pasó la hora…
Apagó la luz de su mesita de noche, suspiró profundo, acomodó
su cabeza en la almohada y pensó: “Hasta mañana amor”.
Se durmió con la certeza de que su amor lo protegería… se
durmió con la irrefutable convicción de su gran amor… simplemente se durmió,
esperando... exactamente… sin saber qué.
1 comentario:
Entonces el se inventó el amor??? no existe ella...
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