- ¿Te dejo la perra, para que te acompañe?
Hola, soy yo otra vez, aquel que escribe con la certeza de
que podrás hacer de esto un chiste, ya ves, aprendí sobre el masoquismo, para
que no digas que no me dejaste nada, alguien dijo, el verdadero amor no deja
nada bueno, sólo deja todo lo mejor, ¿entiendes?... quiero creer que sí.
- Hola, vas a pasar…
perfecto, en la portería de mi edificio… ya nos vemos.
Disculpa, tengo ideas encontradas y bipolares, que se
dibujan en las máquinas esas que hacen retratos en los cinemas, como un pobre
intento de meterme en tu cama como recuerdo dejando mi perfume, o un saludo
desprevenido por Facebook… ¿simple, verdad?... pero espera, también puedo decir
que quise tocar por un segundo tu cuello con los tristes y malvestidos
vestigios de mi sentimiento por ti… escoge la idea que quieras, igual ya no
importa.
Empieza el vuelo
Para diferenciar dos elementos, primero hay que definir cada
uno, el intento de este texto, además de abordar subliminalmente el concepto de
insolencia, es el de esclarecer las diferencias entre ironía y sarcasmo, para
concluir en una lápida hermosa, con el epitafio casual de un viento frío que no
sabe escribir.
Diré que la ironía es la figura mediante la cual se da a
entender lo contrario de lo que se dice, puede tener identificaciones desde el
contexto donde se emite, también influye la entonación y por supuesto el
lenguaje no verbal; justo expresa lo contrario de lo que se dice, para
escribirla, se usan los paréntesis, los signos de admiración o las comillas,
veamos un ejemplo:
Estaba “súper feliz” al conocer a tu futuro novio…
Por otro lado, el sarcasmo es una burla malintencionada y descaradamente disfrazada, es una ironía más compleja, que supera la negación, se presenta entonces más mordaz, y se solapa la intención de agraviar, por lo tanto es un disparo al aire, que como crítica indirecta no es tan evidente. Una definición atribuida a Wilde, pero sin comprobación de su autoría es: “ el sarcasmo es la forma más baja de humor pero la más alta expresión de ingenio". Nótese la construcción en el siguiente ejemplo:
Estaba “súper feliz” al conocer a tu futuro novio… (¡Perdón!, debí decir futuro exnovio)
Ahora, te reto a que identifiques las ironías y los
sarcasmos en lo que sigue:
PRESS START
FOR ANOTHER GAME
Recuerdo que me acariciaste la cabeza en un acto de
compasión, después de haberme pedido que te prestara el celular para llamar a
alguien, me acosté y respiré profundo, salvaguardando mi estupidez y mascando
las piltrafas de eso tan ajeno llamado orgullo.
Antes, me habías dicho un par de cosas y entre ellas una que
me dejó atónito, perplejo, ¿entiendes?... o sea, el primer mensaje verdadero de
tu parte, que por asuntos del destino sería el último.
Leíste algo que te había escrito, omitiendo los errores de
dicción, la dislexia, la falta de conocimiento de algunas palabras, la
liviandad de espíritu, la dispersión y los bostezos de aburrimiento, digamos
que leíste bien, te rogué que leyeras en voz alta, mientras dos jovenzuelos
disfrutaban jugar con una bomba al lado de la mesa metálica en aquel cinema,
aquel día.
Te hice la pregunta más corta que existe en todos los
idiomas: “¿Y?”, tus ojos bonitos (sólo
eso), se levantaron perdidos y cansados
para mirarme, parecía en efecto una evaluación sobre la comprensión, el ritmo y
el mensaje que habías leído; la respuesta, no se hizo esperar tu boca preciosa
(sólo eso) pronunció: “¿Para qué escribes más sobre mi?... no lo merezco”,
quedé con las gónadas de alzacuello (las guevas de corbatín), intenté pensar
que, esa no era una respuesta posible, y que quizá era una de tus artimañas
para obviarme… (odiarme)… sólo pude responder con lo más exacto, el silencio.
Después alguien me diría que nuestra relación estaba marcada
por un embrujo, y que alguien quería que no estuviéramos juntos, ¿Alguien?... y
se me ocurrió tu nombre, ¿Alguien? volví a preguntarme y me vinieron en fila
tus desplantes.
Aquí, debo parar un poco y fumar, al volver siento que no
siento, creo que esto es un diario de desgracias, en el que para mi maldición
sigues siendo la protagonista, pero vi un mensaje escrito con el humo, en el
que se dibujaba tu cuerpo atractivo (sólo eso) y entendí, que el peso del recuerdo
estaba en dieta (ya sabes, todo el tratamiento: masajes, maderoterapia,
vacunterapia…) y tuve que explicarme eso de la insolencia.
El sistema de vuelo falló… caída en vertical (Véase el
concepto de la ley de “gravedad”)
La insolencia se
usa cuando se pretende expresar atrevimiento,
no vinculado con la valentía o el arrojo, sino relacionado con la falta de
respeto. Por constelación semántica, se puede vincular con la desfachatez que
posee una persona, en últimas es un tema de desconocimiento o falta de
reconocimiento, por lo tanto es una característica natural de la persona (para
que entiendas, estoy hablando de descaro), pero no sólo se trata de su
naturaleza, sino de las actitudes que toma, pues puede darse por una situación
que nos lleva a tomar esa posición insolente insolente (repetición como
adjetivo y como sujeto)
Me refiero a las reacciones con desparpajo y por lo tanto
incoherentes (vale decir inconsistentes), con la edad que tiene la persona
(adivina quien), así pues, uno esperaría que se tuviera, respeto,
consideración, comprensión, pero aparece, la frescura, la poca importancia y la
falta de reconocimiento, algo así, como hablarle a un niño de los problemas de
la pobreza en el mundo. Todo ello se disfraza, en frases que resumen esta
actitud, como: “soy así” o “estoy loca”. (Sólo eso).
Aquí, por necesidad aparece el insulto, que está en un
insoportable concubinato con la ofensa, por lo tanto, se confunden, la osadía,
el cinismo o la irreverencia con un simple estado de grosería permanente. Por
ello, la prudencia, que implica tener profunda conciencia, de alguna manera,
huye de la extroversión, que indica no pensar demasiado, por eso hablé de
inconsecuencia.
Es por todo eso, que te hacía énfasis en los protocolos
¿Sabes de qué hablo? Pues de la cortesía, que es el antónimo de la insolencia,
en fin, ya no importa.
Cortésmente,
El autor.
PD: Fui cortés y siempre te escuché, tú misma lo dijiste: “No
lo mereces”. (Sólo eso)
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