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domingo, 22 de septiembre de 2013

DE LA MEDIOCRIDAD Y OTROS DEMONIOS (DISCUSIÓN SEMI-CONCEPTUAL)

¿Qué pasa cuando un mediocre dice que tú eres el mediocre? 

Una entrada tradicional para entablar una querella conceptual respetable, implica remitirse al significado y talvez la etimología de aquello sobre lo que se quiere discutir. Mediocre: Del latín mediocris, que traduce a media altura de la montaña, entonces, se usa como adjetivo que implica de calidad media, o de poco esfuerzo.

Ese es un punto de partida, pero si se nota, el punto clave es el parámetro que involucra a quien determina qué es lo que es mediocre, es decir, quién señala, quién mide, cómo se decreta y cómo se comprueba.

Veamos un ejemplo, cuando alguien dice que tu vida es mediocre, implica una medida con respecto a (y aquí entra la problematización del párrafo anterior) ¿éxito? ¿resultados? ¿aspectos físicos? ¿asuntos de capacidad cerebral?... ¿Cuál es el criterio?... Claramente, aquí hay un primer elemento contradictorio, se usa la mediocridad para referirse a la misma. 

Por ello, cuando se tiene claro el criterio, que en este caso determina, los niveles de mediocridad, es necesario, indicar con claridad, los mínimos y los máximos (ver el significado de la palabra mediocre: Si te quedas a medio camino, es imprescindible saber el punto de partida y el punto de llegada, con el ánimo de determinar el punto de ubicación).

Lo anterior, en caso de que, se crea que se pueda medir la vida de alguien, comparar sus procesos, o decir que una vida tiene un propósito.

Este aspecto, nos mete en un “paradigma”, “lo correcto”, “lo debido”, por ello, si se trata de medidas, no pueden ser indeterminadas.

Aquí la discusión puede perder su centro, (sobre la mediocridad) y dirigirse hacia los macro niveles de comprensión, por ello, se anunció el asunto de quién determina la mediocridad y qué pasa cuando un mediocre te dice mediocre.

Entonces, además del asunto del uso indebido (hablar de medidas sin tener claro qué se mide ni cómo) hay otro aspecto relevante para el tema de la mediocridad, que muestra con mayor vehemencia, que muchas veces hablamos de lo que no sabemos, o utilizamos palabras, cual loros que sólo repiten sin saber qué dicen: se trata de utilizar un concepto, para justificar una afirmación.

Es decir, si no sabes que tú eres el mediocre, ni qué es mediocridad, no puedes juzgar a otros, pues es como una pelea de niños por saber quién es más maduro, si el que toma helados de ron o el que come chocolates en forma de cigarrillo.

Por lo tanto, toda afirmación que busca justificación, debe ser coherente, si se trata de discusiones conceptuales, aquí cabe un pequeño comentario sobre el punto de referencia, es decir la ubicación de quien dice, de quien emite: Un error común es pensar que otros se fueron, cuando tú fuiste quien se fue; en fin, la idea, era mostrar que, por ejemplo en la frase: “Me di cuenta, que aquellos que se fueron tienen una característica en común: Mediocridad en sus vidas”, se presentan, los aspectos aquí expuestos: 1) Falta de criterio sobre la medida de lo mediocre y 2) Problemas de referencialidad.

¿Qué pasa cuando un mediocre dice que tú eres el mediocre?

Tienes varias opciones: a) explicarle, b) omitirlo, c) sentir ternurita, d) reírte, o e) descubrir a quien o quienes le hacen creer que no es mediocre.

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