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jueves, 3 de octubre de 2013

POR ESO NO HABÍA ESCRITO NADA... ESTADO VENENOSO

"Lo único que recuerdo de ti, es lo que se volverá mierda y polvo"

¡Hay que echarle la culpa a alguien! Quizá a los autores que he abordado: Bukowski, Esquilo o Galeano, cada uno con cierta acidez, decepción o fuga de la realidad... cada uno con su locura... pero pese a ellos, o mejor dicho, gracias a ellos, puede desvincularme (un poco) de todo aquello que me ataba a eso de sentir...

Sin embargo, la coraza que he construido, tiene algunas rendijas, por las que se cuela la ternura, y de repente se me ocurre pensar en escribir suspiros, en contar que me voy quedando suspendido en el brillo de su pelo largo y negro... 

Es eso: La angustia de sentir.

Y pienso, y reflexiono, y me digo que no diré nada y que haré piruetas para no parecer un perro jadeante ante su belleza... pero vuelvo a escuchar la lluvia, pero siento que la coraza no está del todo ajustada y que aún, quedan espacios en los que se filtran la necesidad de expresar lo que siento.

Con reservas pero arrojado, con impulsos pero contenido, con invitaciones rechazadas y actos de desconsuelo... así soy un valiente de palabra y un cobarde de actos.

Todo es como un papel traslúcido, que permite ver lo que hay bajo su propia existencia... ¿pero qué digo? es una referencia moderna del Mito de la Caverna... ¡qué poca creatividad! y entonces me acuerdo de mis amigos y sus escritos, del loco que escribe sobre un tipo que sueña y que escucha las voces de un autor, o de aquel otro loco que escribe sobre un sepulturero de emociones... todos en mi mente y al revisarme bien, hallo algunas cicatrices, muy seguramente de batallas emocionales perdidas...

Ella me dice entre líneas que le gusto, ella me mira con una candidez atrevida, ella, ahora, con su desparpajo permanente, me hace dudar de todo, de la supuesta, ridícula y a estas alturas del texto, inservible coraza, que quedó convertida en una ruana que ni siquiera sirve para abrigar.

Debo confesarle aquí mis trucos, quizá para que se desengañe o talvez para que vea que no pretendo fingir más,  le regalé unas caricias para su cuello envueltas en una prenda, le di aromas para sus manos con la intención de que me sujetara, recorrí sus oídos con murmullos para que oyera mi alma vibrante... no hice más, sólo esperar...

Pero, ella, que sabe ser la protagonista de mi obra favorita, tiene cambios y giros dramáticos... primero se porta afable, tierna y romántica, después lejana, retadora y fría, después, me llama para decirme que se ha portado mal y que yo he sido tan... tan... ¿decente quizá?.

No quiero hablar de la decencia, quiero hablar de ella, de su infancia, de su sensibilidad, de sus promesas... 

Recuerdo que mañana almorzaremos, con ella, sí, con ella... "¿Desea Usted algo en especial para almorzar? le pregunto, sin decirle un adjetivo cariñoso, sin pronunciar siquiera un atisbo de adulación...  "Su compañía", me responde osada, cortante e inteligente... Pienso en escribirle que eso no se puede comer, pero pienso que será peor.

Su perro me detesta y yo a él, ella, entre muchas cosas, tiene un pretendiente acosador, además de mí -aclaro-...  me niego a recordar, "¡la coraza, la coraza!" me suplico a mí mismo. 

Como una flor de loto que nace en el fango, renacen mis capacidades de admirar la belleza de su temperamento irracional, puedo sentir sus miedos y quisiera compartirle los míos... ella afirma que le pasa algo cuando está cerca de mi... y yo que detesto que digan algo, pero a ella se le oye tan bonito. "¡La coraza, la coraza!" me suplico a mí mismo.

Ya no hay más cigarrillos, ya no sé qué escribir... una ola variopinta de angustias, certezas y posibilidades, eso puede ser la vida... 




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