Caminaban tomados de la mano, ella, prestaba atención a sus
palabras no aptas para diabéticos y, de repente llegó a la conversación el tema
del amor. Para ese entonces el deterioro de la relación era evidente y quizá el
sostenimiento era más una asunto de terquedad que de sana lógica, ¿por qué
estaban juntos? ¿para qué?... quizá, probaban la posibilidad de que salieran
las cosas bien, o talvez eso de estar con alguien mientras encontraban al
adecuado o a la apropiada.
Él comentó algo sobre una expareja, y se preguntó en voz
alta, si alguna vez se daría cuenta de todo lo que él había hecho por ella, o
que si de pronto ella llegaría a entender todo lo que pasó… y el núcleo de la
cuestión, si a ella le importaría.
Ella le prestaba atención sobre su soliloquio, reacomodó un
poco la forma de sujetarlo de la mano, entrecerró un poco los ojos, como seleccionando
los recuerdos y expuso un ejemplo cruel: “Mira, una vez, yo tenía un
pretendiente que me adoraba, hacía todo por estar conmigo, pero la verdad yo tenía mi corazón puesto en otro, -respiró
un poco y siguió disparando sin compasión- era bonito y todo el mundo decía que
era el adecuado, pero ya sabes, cuando uno no quiere es fácil olvidar o
despreciar, por eso, no creo que ella, recuerde o le importe lo que pasó entre
ustedes”.
La verdad atroz, pronunciada por sus labios perfectos y con
esa sonrisita amable, se hizo más dolorosa; él, se sintió aludido, pues estaba
justo en la posición de adulador incondicional, pues era un evidente enamorado
de ella, su mundo y su forma de besar. Pero, él había caído en un terrible
laberinto: también se había enamorado de su forma de despreciarlo, empezaba a
acostumbrarse a que ella, lo presentara como amigo, como alguien con el que
estaba saliendo o como su novio, según las circunstancias. De a poco, había
perdido, su capacidad de sorprenderla y se había llenado de responsabilidades,
que ella no reconocía, de a poco, era un constante preocupado para que ella
fuese tratada como una reina en un mundo de plebeyos.
Siguieron caminando. Él quedó herido por los disparos
certeros de ella, su veracidad, su convicción todo lo que ella decía, cada vez
le dolía más y empezó a sentir con exageración, que todo lo que ella hacía o
dejaba de hacer era por él… cayó en el falso reflejo de pensar que ella lo
amaría de la forma como él la amaba a ella: con toda su alma.
Otra vez, quiso invitarla a un SPA, un sitio al que él
asistía, cuando la presión del trabajo lo abatía, allí había una pequeña
piscina, un cuarto de baños turcos y un sauna. Entraron, cada quien se cambió y
ordenaron sendos platos para almorzar; ahí, en ese momento, ella le preguntó a
él cómo la veía, pues en repetidas ocasiones había visto la manera como él
construía esquemas de explicación sobre las personas y sus comportamientos,
entonces cedió ante la tentación de que él la analizara.
Él sabía que su interpretación estaría filtrada por toda las
emociones, experiencias y naufragios que ella misma le había causado, entonces
sesgó sus palabras, e intentó ser lo más prudente posible: “Pues, -dudando
mucho y suavizando la voz- lo más notorio es una ausencia paterna, que muy
posiblemente explica el tipo de relaciones que has tenido…” y el rostro de ella
cambió, se sintió ofendida, pervertida y leída en clave torpe, él intentó
salvar la situación: “pero, -dijo rápidamente- la capacidad que tienes de
sobreponerte a las dificultades hace parte de tu personalidad”, terminó el
esquema, soltó uno de los cubiertos, la tomó de la mano, y dijo con la verdad
más profunda: “eso es lo que más amo de ti, tu fuerza”, ella, no lo estaba
mirando, pues sus ojos estaban sobre el plato de aquel almuerzo, cuando fue
tomada de la mano, como en un signo de excusa, se soltó delicadamente para
rascarse un hombro. El silencio habló con claridad.
Reposaron unos minutos…Pasaron entonces a la pequeña piscina
y hablaban de temas varios, y de repente en esa miscelánea conversacional, él
quiso besarla. Ya dentro de la piscina, seguían lloviendo ideas de cualquier
cosa, estaban sentados frente a frente y él se arrodilló para abrazarla más de
cerca, ella puso una expresión de
sorpresa y preguntó con angustia “¿Qué vas a hacer?”, él comprendió que ella
pensaba que le iba a hacer esa propuesta de que un 15 de agosto se casaran, él
sintió vergüenza -por él y por ella-, él sólo sonrió un poco y la besó con devoción.
Él le cantaba, ella le encantaba, ella lo soportaba y quedó
fascinada por su talento, su sensibilidad, pero soportarlo se volvió un asunto
imposible, pues todo, tan fácil y sin esfuerzo, simplemente pierde valor. ¿Aún
piensas que amar es fácil? le preguntaba ella, como esperando una respuesta
ridícula; él ya no sabía qué decirle para expresarle que haría cualquier cosa
por estar a su lado.
Y entonces él debió aferrarse a su pasado, al pasado
conjunto, a eso que ellos habían vivido, a la magia de verse, buscarse, encontrarse…
y se sumergía en aquellos mensajes que ella le escribía, en los que le decía
que él era magnífico, en los que le decía que sus textos eran la más cercana
experiencia a sentirse amada; y cada vez más el pasado feliz, se transformaba
en un presente difuso y con serísimos
prospectos de futuro impreciso.
“No quiero perderte” dijo una voz indeterminada, y él que
seguía con miedo de mirarla a los ojos, para no recaer en el vicio de sus
pliegues; “Siento que te amo” repetía un eco en una tarde, y las angustias de
él quedaban en pausa nerviosa; en un bar un chico le decía a su chica: “la
siguiente canción va a ser el motivo por el cual terminemos, -y sonó “Besos,
ternura, qué derroche de amor cuanta locura”; un tipo corregía la dicción de
una dama y ella se acercó y lo besó cuando le enseñaba la correcta
pronunciación de la letra v”.
¿Ha Usted escuchado hablar de los derechos sobre diversidad?
En broma, le preguntaba una hermosa chica a su pareja en la entrada de un bar
gay, él la besaba divertido; ¿Cuál es el concepto que manejas de contexto? le preguntaba
un señor a una linda muñequita, ella respondía indignada con evasivas… y todos
los escenarios de los enamorados se vuelven escasos y la vida sigue como en
caricaturas y las historias se tejen con himnos triunfales, y él y ella, se
hablan en silencio, como buscando, como queriendo encontrar eso que tuvieron y que desperdiciaron.
3 comentarios:
Profesor, su crueldad no tiene límites, sabe decir cosas asquerosas con elegancia, no sé que me pasa con este texto, me deja una insana ambiguedad. No entiendo, qué quiere, qué pretende, talvez busco explicaciones en donde no las hay.
Me encantó, no sé si por el sinsabor o porque tiene un "lenguaje encriptado" como usted lo afirma.
¿Eso es amor?
yo también haría cualquier cosa por estar a tu lado.
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