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domingo, 8 de septiembre de 2013

LA DUDA (¿ERES TÚ?)

Caminaban tomados de la mano, ella, prestaba atención a sus palabras no aptas para diabéticos y, de repente llegó a la conversación el tema del amor. Para ese entonces el deterioro de la relación era evidente y quizá el sostenimiento era más una asunto de terquedad que de sana lógica, ¿por qué estaban juntos? ¿para qué?... quizá, probaban la posibilidad de que salieran las cosas bien, o talvez eso de estar con alguien mientras encontraban al adecuado o a la apropiada.

Él comentó algo sobre una expareja, y se preguntó en voz alta, si alguna vez se daría cuenta de todo lo que él había hecho por ella, o que si de pronto ella llegaría a entender todo lo que pasó… y el núcleo de la cuestión, si a ella le importaría.

Ella le prestaba atención sobre su soliloquio, reacomodó un poco la forma de sujetarlo de la mano, entrecerró un poco los ojos, como seleccionando los recuerdos y expuso un ejemplo cruel: “Mira, una vez, yo tenía un pretendiente que me adoraba, hacía todo por estar conmigo, pero la verdad  yo tenía mi corazón puesto en otro, -respiró un poco y siguió disparando sin compasión- era bonito y todo el mundo decía que era el adecuado, pero ya sabes, cuando uno no quiere es fácil olvidar o despreciar, por eso, no creo que ella, recuerde o le importe lo que pasó entre ustedes”.

La verdad atroz, pronunciada por sus labios perfectos y con esa sonrisita amable, se hizo más dolorosa; él, se sintió aludido, pues estaba justo en la posición de adulador incondicional, pues era un evidente enamorado de ella, su mundo y su forma de besar. Pero, él había caído en un terrible laberinto: también se había enamorado de su forma de despreciarlo, empezaba a acostumbrarse a que ella, lo presentara como amigo, como alguien con el que estaba saliendo o como su novio, según las circunstancias. De a poco, había perdido, su capacidad de sorprenderla y se había llenado de responsabilidades, que ella no reconocía, de a poco, era un constante preocupado para que ella fuese tratada como una reina en un mundo de plebeyos.

Siguieron caminando. Él quedó herido por los disparos certeros de ella, su veracidad, su convicción todo lo que ella decía, cada vez le dolía más y empezó a sentir con exageración, que todo lo que ella hacía o dejaba de hacer era por él… cayó en el falso reflejo de pensar que ella lo amaría de la forma como él la amaba a ella: con toda su alma.

Otra vez, quiso invitarla a un SPA, un sitio al que él asistía, cuando la presión del trabajo lo abatía, allí había una pequeña piscina, un cuarto de baños turcos y un sauna. Entraron, cada quien se cambió y ordenaron sendos platos para almorzar; ahí, en ese momento, ella le preguntó a él cómo la veía, pues en repetidas ocasiones había visto la manera como él construía esquemas de explicación sobre las personas y sus comportamientos, entonces cedió ante la tentación de que él la analizara.

Él sabía que su interpretación estaría filtrada por toda las emociones, experiencias y naufragios que ella misma le había causado, entonces sesgó sus palabras, e intentó ser lo más prudente posible: “Pues, -dudando mucho y suavizando la voz- lo más notorio es una ausencia paterna, que muy posiblemente explica el tipo de relaciones que has tenido…” y el rostro de ella cambió, se sintió ofendida, pervertida y leída en clave torpe, él intentó salvar la situación: “pero, -dijo rápidamente- la capacidad que tienes de sobreponerte a las dificultades hace parte de tu personalidad”, terminó el esquema, soltó uno de los cubiertos, la tomó de la mano, y dijo con la verdad más profunda: “eso es lo que más amo de ti, tu fuerza”, ella, no lo estaba mirando, pues sus ojos estaban sobre el plato de aquel almuerzo, cuando fue tomada de la mano, como en un signo de excusa, se soltó delicadamente para rascarse un hombro. El silencio habló con claridad.

Reposaron unos minutos…Pasaron entonces a la pequeña piscina y hablaban de temas varios, y de repente en esa miscelánea conversacional, él quiso besarla. Ya dentro de la piscina, seguían lloviendo ideas de cualquier cosa, estaban sentados frente a frente y él se arrodilló para abrazarla más de cerca,  ella puso una expresión de sorpresa y preguntó con angustia “¿Qué vas a hacer?”, él comprendió que ella pensaba que le iba a hacer esa propuesta de que un 15 de agosto se casaran, él sintió vergüenza -por él y por ella-, él sólo sonrió un poco y la besó con devoción.

Él le cantaba, ella le encantaba, ella lo soportaba y quedó fascinada por su talento, su sensibilidad, pero soportarlo se volvió un asunto imposible, pues todo, tan fácil y sin esfuerzo, simplemente pierde valor. ¿Aún piensas que amar es fácil? le preguntaba ella, como esperando una respuesta ridícula; él ya no sabía qué decirle para expresarle que haría cualquier cosa por estar a su lado.

Y entonces él debió aferrarse a su pasado, al pasado conjunto, a eso que ellos habían vivido, a la magia de verse, buscarse, encontrarse… y se sumergía en aquellos mensajes que ella le escribía, en los que le decía que él era magnífico, en los que le decía que sus textos eran la más cercana experiencia a sentirse amada; y cada vez más el pasado feliz, se transformaba en un presente difuso  y con serísimos prospectos de futuro impreciso.

“No quiero perderte” dijo una voz indeterminada, y él que seguía con miedo de mirarla a los ojos, para no recaer en el vicio de sus pliegues; “Siento que te amo” repetía un eco en una tarde, y las angustias de él quedaban en pausa nerviosa; en un bar un chico le decía a su chica: “la siguiente canción va a ser el motivo por el cual terminemos, -y sonó “Besos, ternura, qué derroche de amor cuanta locura”; un tipo corregía la dicción de una dama y ella se acercó y lo besó cuando le enseñaba la correcta pronunciación de la letra v”.

¿Ha Usted escuchado hablar de los derechos sobre diversidad? En broma, le preguntaba una hermosa chica a su pareja en la entrada de un bar gay, él la besaba divertido; ¿Cuál es el concepto que manejas de contexto? le preguntaba un señor a una linda muñequita, ella respondía indignada con evasivas… y todos los escenarios de los enamorados se vuelven escasos y la vida sigue como en caricaturas y las historias se tejen con himnos triunfales, y él y ella, se hablan en silencio, como buscando, como queriendo encontrar eso que tuvieron y que desperdiciaron.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Profesor, su crueldad no tiene límites, sabe decir cosas asquerosas con elegancia, no sé que me pasa con este texto, me deja una insana ambiguedad. No entiendo, qué quiere, qué pretende, talvez busco explicaciones en donde no las hay.

Me encantó, no sé si por el sinsabor o porque tiene un "lenguaje encriptado" como usted lo afirma.

Anónimo dijo...

¿Eso es amor?

Anónimo dijo...

yo también haría cualquier cosa por estar a tu lado.