El color de
sus ojos cambiaba
cada vez que
el triángulo de su vientre
se deshacía
en la línea de mis manos...
En
ocasiones, de aquellos que menos esperas recibes las lecciones de la vida,
algunas veces, tus miedos se construyen con experiencias negativas o temores al
futuro de que pueda pasar de nuevo. ¿Qué? ¿Sentirse solo? ¿Vulnerable?
¿Traicionado? ¿Expuesto?... Y empiezan las ideas amenazantes, las coincidencias
de los tiempos, las sospechas… la libertad se convierte en la prisión más
cruel; sus labios que al principio mordían hoy saben el punto correcto, entre el
dolor y el placer.
La he
observado, le he enseñado, la he dosificado, la he desgastado, ha sido mía y
también ajena… ha sido deseada, se ha hecho desear. Sabe callar, susurrar,
consentir, detenerse, se hace la sumisa y me doy cuenta que todo tiene que ver
con ella, que cada cosa, por absurda que sea, tiene un vínculo emocional,
romántico, simbólico o espiritual, con ella, su mundo y todo eso que siento.
Me hace
perder la seguridad, de la que ella misma dice que se aferra, soy su espectador
lelo, y la perspectiva de su cuerpo visto desde abajo, me hace pensar en la
química, la geometría, la geografía… funjo de técnico y de científico, hago
investigaciones como espeleólogo de su vértice, entreno como cartógrafo de su
ombligo… pero también vivo en su ser, soy su fontanero, su electricista, su
conserje… Por eso, ando ocupado y distraído, pensando, cómo mejorar todo lo que
tiene que ver con ella.
Ella, me
captura, con una inusitada violencia dulce, sabe que, conmigo, todo se resume
en un par de consentimientos, buenas maneras y lubricidad permanente, ella me
hipnotiza, y parece que entendió rápido, que aquí, que esto, se maneja con
sensibilidad, buen gusto y algo de perversión; ella me deja navegar, con la
certeza de que volveré cada vez más rápido a su puerto… porque se sabe mi
brújula y faro.
A pesar de
haberla recorrido, no puedo descifrar el color de sus ojos, ni identificar los
matices que adornan su pelo, pese a que he sujetado su cuello, no puedo contar
de qué está hecho o calcular el diámetro de sus caderas… porque con ella, no
pienso, y según Descartes, no existo.
Es verdad,
al meterme en ella –literalmente–, me perdí para mi, y me hallé en ella, en su
temperatura, en su sabor, en su olor, en sus gemiditos prohibidos. Cada vez más
me voy mudando hasta donde está ella, a su templo, a su fortín, y ella me deja
entrar, hace fiestas húmedas de bienvenida, carnavales temáticos, y ella me
acompaña, me recoge, me alimenta… se porta como un príncipe, y yo que para
estas alturas, me voy convirtiendo en una repelente y malcriada princesa... y
ella me devuelve mi lugar, me hace sentir su señor, su súbdito, su sirviente y
su edecán.
Me toma de
la mano como guiándome por la senda de mi vida, yo la beso con estrategias
simples como pasarle con la boca una pastilla mentolada; me atrevo a darle
golpecitos inapropiados y ella me mira como insultándome, y yo que
aparentemente también aprendo rápido, disfruto de sus improperios respetuosos.
Me hace
caso, le obedezco, me escucha, la adoro, me da, le recibo, le ordeno, me
obedece; ella únicamente me susurra cositas inconfesables, y yo solamente... me
voy sintiendo suyo. Es una relación amistosa entre el poder, el orden y la
certeza, también entre la confianza, las ganas y el deseo (nótese: dos tríos)
Pero dice que, por ahora, no necesitamos soporte adicional, también dice que me
adora y también dice cosas que no puedo decir aquí.
Sabe de mis
miedos y para mi angustia permanente, parece que los administra a la
perfección; disminuye mi culpa y aumenta mi impudor, me pide más, me da
instrucciones exactas de qué quiere, y yo me voy derritiendo ante su seguridad,
y yo que me jacto de ser líder, y ella tan sin pretensiones.
Por ello,
dije que te puede enseñar quien menos esperas, por ello todo esto me devuelve a
ese estado al que no quiero llegar, sentirme así, tan millonario de su ausencia
y tan pobre de su afecto, no quiero sentirme un naufrago suicida en sus mares,
pero no sé hacer más que provocar sus fuentes.
Las ideas
confusas ya no sirven, los conceptos se ríen de su racionalidad, el cuerpo
reclama su piel como terreno propio, es como si la piel mordisqueara
caramelitos, como si el cuerpo saboreara su propia esencia.
Se trata de
viajar, de hacer planes, pero a la vez de vivir cada segundo, es una ecuación
multidimensional, en la que el tiempo se expande y se contrae, es una fórmula
matemática con números que no se comprenden en este plano… se trata de un nuevo
lenguaje, un nuevo código, otras categorías… y nuevamente la supuesta lógica de
explicar lo que siento, no está de acuerdo.
Hago
pataletas, y ella me paladea con maternalidad perfecta, me cree, le creo, me
asume, la asumo.
Me saluda en
la mañana con mensajitos tiernos y yo me abstengo de decirle más cosas, quizá
para que no se asuste, quizá porque debo regular, dosificar… pero ella es mi
filtro principal, como un tatuaje, por el que entra todo su sudor y por el que
sale toda mi admiración. Tomo cosas de su cuerpo, las junto con temas de su
alma, las revuelvo con sus locuras… y voy creando textos que escribo con la
delicadeza ruda de mis caricias en su silueta.
Ella duerme,
yo la miro, me hace adicto y me regenera. ¿Sin pretensiones? ¡Já! Claro… tiene
una sola, la más evidente, es hacerme tan suyo como sea posible… y yo que ya
estoy en oferta, y yo tan objeto, y me siento como un texto de ensayo académico
y ella que es mi autora y quien escribe mi tabla de contenido... y si soy
entonces un anuncio de neón, ella vendría siendo... electricidad.
No puedo
abusar más de las metáforas porque soy una de ellas, soy su metáfora…
“Disculpe”,
me pregunto a mí mismo,
“y el título de este texto,
¿qué tiene que ver con todo esto”,
me rasco la cabeza y me respondo:
“Ella, tiene que ver con cualquier cosa,
todo me lleva a ella, es mi web semántica…
(y en ese momento me da hipo)”
“Ah, sí, claro”,
me respondo,
sin entender nada.
me pregunto a mí mismo,
“y el título de este texto,
¿qué tiene que ver con todo esto”,
me rasco la cabeza y me respondo:
“Ella, tiene que ver con cualquier cosa,
todo me lleva a ella, es mi web semántica…
(y en ese momento me da hipo)”
“Ah, sí, claro”,
me respondo,
sin entender nada.
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