Quisiera contar todos tus lunares…
y perder la cuenta para empezar de nuevo todas las noches.
y perder la cuenta para empezar de nuevo todas las noches.
(De las ganas de tocarte)
- ¿Usted cree en el amor?
- Ahora, justo ahora… sí
- Ahora, justo ahora… sí
(De las ganas de justificar lo que
siento)
Es que somos como gatitos ludópatas e
insomnes
(De lo que siento a tu lado)
Algunos preguntan qué ha pasado con mis
textos, otros muchos, agradecen que no haya publicado, otros menos, saben que
he estado haciendo cosas… de esas que te quitan el tiempo… sin embargo, he
tenido un par de eventos que se amerita contar, una docena de peleas, otros
aspectos relacionados con proyecciones laborales, me refiero a esa vida
ordinaria que quizá recuerde más adelante.
Hay entonces un gran corchete que cobija lo
que hago, me refiero al motor permanente, hablo de esa ilusión constante y
obstinada de creer en la felicidad de compartir, es justo y necesario,
realmente es justo y necesario.
Verte es algo así como negar que existo…
porque me disfrazo de ti… porque me visto de ti… voy creyendo que mi reflejo
eres tú, que soy tu reflejo, y me vuelvo como un empresario de tus sentimientos
que administra con justicia esa manera de expresar lo que dices sentir por mi.
Me muevo entre el miedo y la esperanza. Miedo
por perderte y esperanza de no hacerlo; condiciones simples, como escribirte en
un parque, extrañarte al despertar o desear que tengas lindos sueños,
condiciones complejas, como proponerte esquemas de comunicación con tu familia
o adivinar tus gestos en esas lides de la intimidad.
No creas que es un asunto de supervivencia,
es más un tema relacionado con el significado de eso, es decir, la manera como
pienso en ti patrocinada por cualquier motivo, así es, discuto la posibilidad y
los resultados, tu pasado y el mio y por supuesto la viabilidad de un futuro
cada vez más nítido.
Entonces el presente se me agota entre tus
besos, tus preguntas, tus perversiones, y voy viviendo en cámara lenta la
velocidad de tenerte a cada segundo… tenerte… suena bien, se siente bien… no sé
si se trata de una estrategia o un esquema para asumir que estoy contigo o una
pirueta del destino para ubicarme justo contigo, justo al lado tuyo… justo ahí.
Te recorro, me alineas, soy quien te provoca,
eres quien responde, te extraño más de lo correspondiente a un humano y caigo
en el juego peligroso de quererte sin límites, entonces por inercia me fijo en
mis pasadas experiencias, y me doy cuenta de una novedad, eres la dueña de lo
que no hago, es decir, y así no parezca, tienes el control de esto.
Es verdad, es una posición facilista, pero,
es que contigo, la vida pierde densidad y gana frescura… me he vuelto adicto a
escucharte, a divagar entre tu forma de ver el mundo y tu cuerpo acomodado a
mis caricias.
Tanta melosería me ha vuelto insoportable,
quisiera ser un caradura y sólo decirte que te quiero, sin que me tiemble la
voz y abrazarte sin que mi cara extrapole la posibilidad de suspenderme ahí,
para siempre.
Entonces debo buscar excusas para no adorarte
tanto, como tus relaciones con atléticos personajes o tus errores de dicción,
tu inmisericorde falta de consentimiento o tu intolerancia a mis mentiras… quiero
que seas como eres y no como quiero que seas, y me va entrando una envidia de
mi mismo, que me vuelve un sátrapa egoísta, que pienso que eres tan mía que ni
te perteneces… pero, tu calidez me detiene, tu voz me arrulla, y sabes que te
sirvo.
Y te hablo de mi pasado, de cómo he llegado al final de, según tú, cientos de relaciones, y te
voy acariciando con mis palabras de amor y ahora entonces, resulto ser un
prudente consejero, un mesurado asesor, poseedor de un verbo calmo…
Y en las noches me revuelco en mi
inconsistencia, acuso a tus patéticos poetas que te persiguen, me dan asco las
promesas que hiciste a esos malditos de tu pasado, me causa nausea la
posibilidad de que compartas tu piel, y me hundo en la más miserable sensación
de poseerte sólo para mi… pero te escucho, y acuden bomberos ágiles que apagan
las llamas de la torpeza, se me limpia el alma y creo que vivir para ti,
contigo y desde ti, es la mejor opción.
Desvarío un poco y finjo cordura, me dan
ataques de amor y quiero contártelo, pero me abstengo en el silencio de tu
cuello, es ahí cuando me permito darte pequeños mordiscos en tu espalda,
algunos dejados como huella de mi animalidad perversa, otros como simples
accidentes en las lúdicas sexuales… y me dueles, cuando te vas, y ya no quiero
hablar más de mi.
Creo que me espera un destino peor que la
muerte y el olvido, pero tengo la convicción de poder cambiarlo a tu lado,
pues me haces merecedor de reconocimiento… hablas y mi cielo tiene otro color…
Me conoces tanto que me siento tu reflejo…
ahora todo es más claro…
- Diga algunas razones por las cuales
me quiere
- ¿Otra vez Cielo, con esas
inseguridades?
- Perdón sólo quería oirla
- Muaaa
Y algo me dice que estoy siendo un patético enamorado,
y que me brillan los ojitos al verte, y que me malcrías, y que me consientes el
cuello como si yo fuera un cachorrito huérfano… y yo que me siento frágil…
entiendes ahora por qué escribí “¿Y
qué tal que la fragilidad se convierta en fuerza fundamental?”
Dices
que soy sensible, cansón, consentido, manipulador, libidinoso, dices que sabes
que te adoro, dices tantas cosas, que me las voy creyendo...
Te creo, y eso no
me preocupa,
quiero creerte y eso
tiene mi alma en angustia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario