Claramente tomabas el dedo de él, tu mano se aferraba a su
mano como en una súplica infantil, como si fuera el último salvavidas en tu
paso a la adolescencia. Pude sentir cómo palpitaba su pulso al saberse sujetado
por ti, lo enloquecía la idea de creer que tenía el poder para pervertirte, de
tener la certeza que le diste al incitarlo… y él orgulloso, soberbio,
victorioso, y tú, flexible, dada, fácil.
Tu gesto era insoportable, una sensación radical de sumisión
fingida, como si leer a Sade te sirviera, como si repetir la frase trillada de
Cortázar: "Me di cuenta que para verte como yo quería era necesario
empezar por cerrar los ojos." te hubiese deslumbrado… te creyó presa
simple, como una sombra que obedece al cuerpo sólido… y yo que vi en ti los símbolos
sagrados, y yo que logré descifrar la clave de tu dolor… y yo que soy el
original, me porté como él, la malgastada copia.
Insultarte o insultarlo… es la opción más obvia, escupir
palabras hirientes o eufemismos decorados que requieran de códigos
inteligentes para ser descifrados, sería lo que ordena el protocolo del asco… pero, en una actitud de
película romántica barata, prefiero hacerme el digno, y tragarme todo, así como
supongo que engulliste sus besos, lamiste su cuello o dejaste que mordiera el
tuyo.
Y me lo zampo todo, tu belleza, sus palabras -las de ambos-, sus chistes -los de él-,
su ternura -la de ambos-, sus frustraciones familiares tan compatibles con tus vacíos
afectivos… tus diálogos sin postura, tan aparentemente neutrales, tu falta de
carácter, tu maldita misericordia.
Te veo de nuevo en mi imagen y siento frío, pero no en la
piel... y con rabia, viene a mi mente un fragmento de Cortázar, puesto con
sentido, con verdadero sentido y no por fungir, sino para joderte: "porque
aunque hiciéramos tantas veces el amor la felicidad tenía que ser otra cosa,
algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o
isla, una caída interminable en la inmovilidad".
Hoy te odio sin más ni más, tengo tantas razones inspiradas
en lo que creí que fuimos, que me altera tu piel, tus ojos bellos y afligidos,
son una celebración triste de tu apetito intelectual fanfarrón, tu supuesta
buena energía, sólo es la timidez inspirada por la cobardía de ser la sombra de
alguien que es una sombra.
Quizá lo que pasó entre ustedes fue un tema funcional, un discurso importante
pronunciado a lo lejos, unas palabras que te dijo al oído, unas manoseadas que
te hicieron sentir el maniquí que tienes por cuerpo… ¿entiendes? ... te acarició la
prótesis de ti misma… te tocó el abrigo que le pusiste a tu verdadera piel…
obvio, me refiero a tu tontería.
No creas que te digo tonta, o me refiero a tu inexperiencia,
miopía o falta de discernimiento, como entenderás no me devoré tu cuerpo…
espero que ahora sepas que fui un caníbal de tu alma, fui entonces… estuve
entonces… te miré entonces…
¿Qué quieres? ¿Que me quede atónito, que me espante tus
besos como espectros, que celebre tu amenaza de haberte dejado entrar en mis
perversiones? No. En verdad no lo mereces, no me dejas cicatrices, pasas a mi pasado,
entras al cementerio de mis esperanzas… y de repente, me gustan más los
atardeceres y cada amanecer me causa nostalgia.
Ya he sacado el veneno externo de la herida, ahora, me resta
extraer los restos que calaron profundo y pueden causar una infección letal:
Te diré con las palabras de alguien:
Te diré con las palabras de alguien:
La poesía es sólo amor,
transgrede las prohibiciones
y se atreve a mirar de frente a lo invisible.
Alejandro Jodorowsky
y se atreve a mirar de frente a lo invisible.
Alejandro Jodorowsky
Te diré con mis propias palabras:
Despacio te recorro y vas lloviendo sobre mí,
como si se tratara del más agridulce diluvio…
Eres la puerta cerrada a mis desasosiegos abiertos
tan mía, tan hecha por mí… tan mi obra.
como si se tratara del más agridulce diluvio…
Eres la puerta cerrada a mis desasosiegos abiertos
tan mía, tan hecha por mí… tan mi obra.
Venciendo mi ego, me descubres temeroso,
sabes alertar mis instintos y aquietar mis tiempos…
Pócima pésima… dedo dado… medito… me edito
y sé que duermes porque quiero que así sea.
Me has convencido de que eres mi creación,
y yo como un Dios, necesito de tu adoración febril…
Tú, pagana confesa, juegas a ir veloz en mi letargo;
tú, me muestras lo mejor de mi peor parte.
sabes alertar mis instintos y aquietar mis tiempos…
Pócima pésima… dedo dado… medito… me edito
y sé que duermes porque quiero que así sea.
Me has convencido de que eres mi creación,
y yo como un Dios, necesito de tu adoración febril…
Tú, pagana confesa, juegas a ir veloz en mi letargo;
tú, me muestras lo mejor de mi peor parte.
Tú, espejo veraz, me rompes como promesa tonta;
tu espejo verás…me rompes como promesa, !tonta!.
No vales, no quiero que valgas, porque ya me defraudaste,
eres mi exageración de amor rogado, eres mi propia estafa.
tu espejo verás…me rompes como promesa, !tonta!.
No vales, no quiero que valgas, porque ya me defraudaste,
eres mi exageración de amor rogado, eres mi propia estafa.
Y entonces dicen que los que se pretenden poetas, postergan
el tiempo en lo que escriben, que son aquellos que pueden erotizar las letras, que
pueden suspender el paso de la muerte, para querer ser recordados… ¿Y si somos
sólo eso? Proyectos de fantasmas que serán olvidados para siempre; y si sólo nos resta esperar y tener la ilusión de que alguien cuente alguna vez que amamos como nunca
jamás nadie pudo amar a nadie… ¿Y si somos únicos en el amor y ordinarios en la
forma de amar?
Disculpa, no podía quedarme con esto, hoy no estás, y es
mejor así, pues el privilegio de ser amado, hay que ganárselo, merecerlo, ser
digno de él… pero al parecer no me muestras tu identificación, pero según
entiendo, tienes otras opciones románticas…
Me siento como una aplicación más de tu teléfono móvil. Como
si tuviera escoltas encargados de mi inseguridad, patrocinados por tu ansiedad
de querer hacer de esto -que pasa entre los dos- una posibilidad; y pagados por
mi cinismo de saber que te tengo según lo que creo entender que quieres
decirme.
Ahora estoy listo, ahora te odio menos y te amo más, ahora
sabes que tus miradas me obligan, que tus preguntas me encantan, que soy quien
puede, pero días como hoy, soy quien no quiere.
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