¿Uno qué va a saber cuando es amor,
cuando son ganas o
cuando es curiosidad?
Quisiera negar que me gustó de primerazo, he estado en ese
intento de convencerme que no me llamó la atención su pelo largo, el color de
sus ojos, ese estilo medio hippie y medio de clase alta… ¡EXACTO! Era como una
gomela hippie, que parecía levitar en medio de todos nosotros sus mundanos
admiradores.
Supe de ella algunas cosas, que se había metido, con algún
fulano poético, que había enloquecido a un patético adulador y que alguno de
sus amigos llevaba cotejándola años enteros.
Juro que yo no quería acercarme, digámoslo así, no quería involucrarme
con esta muchacha bonita, porque según mis registros, experiencias y vivencias,
el precio a pagar al relacionarse con alguien de semejante perfil, es carísimo.
Ya saben, todo ese tema de la autoestima de algunas preciosas, que es
inversamente proporcional al espectáculo de su belleza.
En fin, he de decir que hubo un acercamiento estratégico de su
parte, demostró con timidez algunos de sus conocimientos literarios, expresó
con claridad algunas de sus ideas y alguna vez leyó uno de mis textos. Fue
entonces cuando fungió de lectora seria, recia y entonces, hacía comentarios sobre la estructura,
el ritmo y hasta destacaba partes de los textos, que yo no había visto.
Obvio, dirán, me aduló, y yo con esta ansiedad de reconocimiento, pero la cosa no terminó allí, en alguna charla en el trillado
café romántico, me contó asuntos de su vida, e iba dejando notas al pie, que
demostraban una filosofía extraña, en cuanto la forma de ver la vida.
Alguna vez caminábamos hacia un supermercado para comprar
una bebida energética y se lo dije: “Usted me intimida”, respiró, entrecerró un
poco los ojos y se quedó en silencio. Así la nombre por primera vez: “Dueña del
silencio”, y empecé una competencia agotadora por convencerme de que yo no le
gustaba, al menos no tanto como ella a mi.
La acompañé a su casa y ahí a la vueltica, en el lugar menos
romántico, al frente de un basurero, pasó nuestro primer beso, desde ese
momento hasta entonces he estado suspendido en el olor de su cuello, en los
pliegues de su cuerpo y en los laberintos agrietados de su mente.
Dos o tres veces la he visto descompuesta, es decir, por
fuera de su elegancia y paz natural, siempre parece modelando, como se sabe
bella, se rodea de belleza y lo que hace por ende tiene ese maldito estilito
insoportable de perfección. Sin embargo, alguna vez mintió y no supo cómo
mantener dicha farsa, eso la llevó a un estado ansioso inusitado hasta ese
momento, otra vez, tuvo que intentar olvidarme con otro, y no pudo manejar el
tema, ni con él, ni conmigo… una vez más, se embriagó y dijo cosas
inconfesables, pero bellamente encadenadas al argumento de quererme.
Viajamos, me prestaba atención y hacía preguntas relevantes
a cualquier tema que yo expusiera, y en las noches era una mezcla de
experiencia y candidez, el punto exacto de la increíble coincidencia de la piel,
era de todo: grifo, objeto, grito, caricia, seda, almizcle y almíbar.
Me fui enamorando sin querer, como siguiendo una procesión
de sus letras que nunca me mostró, me fui acostumbrando a su propuesta sado-romántica hasta que me hizo extrañarla, sus silencios, sus permisos, sus mentiras… y un día explotó el te amo de mi boca,
como una liberación de sensiblería y agradecimiento.
Callada, tranquila, sublime, exacta… perfecta.
Hoy quiero detener el tiempo en este texto, dejar un testimonio de amor, pasión y gratitud… de a poco te ganaste mi respeto, mi
admiración, mi adoración… ¿Cómo hacértelo entender? ¿Cómo decirte que eres la
dueña de mis angustias, que por ti lloro, que mi cuerpo no entiende sino el
lenguaje de tu piel?
Me reprendo por amarte de la forma como lo hago, y te asomas
feliz a mi vida, como invitándome a que engulla tu existencia, como un bocadito
de esos que te llenan de energía… eres de todo: alimento, protección, sustento
y prodigio líquido.
No he leído esto que escribo, quizá carezca de ritmo o tenga
falencias en el manejo de los tiempos gramaticales… poco me importa ¿sabes?, porque de un tiempo
para acá, desde que me fijé en ti, he pensado que la vida, es tan simple como
bella, tan profunda como ajena… me has reconstituido, soy tu resultado, tu
proceso y tu operación… ¿Osas aún en decir que yo tengo el control de esto?
Hoy que te lo escribo, dimensiono lo que te digo: Te amo, ¿Por
qué? Preguntarás… ya sé la respuesta, porque me permites amarme y eso es una
condición atada al hecho de sentirme amado.
Hoy de repente, siento que debo agradecerte… quizá veo a la
muerte más cerca o esta sensibilidad me lleva a ser el exagerado que siempre
dices que soy… pero, en serio, gracias… por tanta vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario