Tengo varias imágenes acosadoras que me hacen matoneo para
que escriba sobre ellas, la que más me violenta, es una de "ella", secándome la
camisa con el secador de pelo que estaba en el baño de un motelito; ella, estaba
desnuda y preocupada porque antes de entrar allí, un aguacero inmisericorde nos
había cobijado totalmente; me veo acostado en la cama, y ella, tras mis
peticiones deja la puerta entreabierta, la veo desnuda y pasando con insistencia
el secador por mi camisa, con tanta devoción, que me enterneció.
Otra imagen me empuja, reclama su derecho a ser contada, es
sobre ella, -la misma de la imagen anterior-, esta vez, puedo ver cómo le gusta
el olor de los fósforos y cómo me enciende los cigarrillos con celeridad, para
disfrutar de esa muerte humeante; su cara de placer oculto, que
entrecierra los ojos y sube un poco su remedo de nariz.
Hay otras imágenes en puja, como si se tratara de venta de
acciones en la bolsa, todas histéricas y desesperadas por volverse letras y
mensajes claros de afecto, de amor, de odio, de rencor… Hay una imagen que me
llama la atención pues parece no estar interesada en ser contada, está sentada, más bien recostada, en un
rincón.
Es la imagen de lo que ella me ha contado, es una imagen que
contiene muchas imágenes de su pasado…
No soporto muchas cosas: los atletas, los machistas, los
etólogos, los despechados que golpean puertas, los aprovechados, los que hacen
sentir mal a otros para ejercer dominio sobre ellos, los que sólo buscan a las
personas cuando las necesitan, los patanes, los burdos…
Todos ellos han sido tatuados en esa imagen, les echo un
vistazo y sé entonces que esa imagen tiene un rótulo oculto que se llama miedo.
Quizá no quiero ser como esos, no quiero entrar en la fila
de pelafustanes, caballeros, muñecos, entrenadores, acosadores, modelos, altos,
elegantes, cochinitos, voluptuosos, lujuriosos… y es así como todo lo que fabrico en mi mente, me lleva a su cuerpo, a
pensar que ha sido recorrido, colonizado, disfrutado, estrujado, acariciado, lamido, sólo puedo
pensar en venganza.
¿Contra quién? ¿Cómo? ¿Contra ella? … Quisiera entonces no
amarla tanto, y recurro a argumentos como la libertad, el respeto, la
confianza, pero puede más esa llama de la revancha… ¿Meterme con otras?, ¿con sus amigas? ¿con
alguien que ella odie? ¿con aquella muchacha de la que sintió desconfianza y
que me sonreía socarronamente? ¿Contárselo?... No, sería fácil y por demás
desgastante… Se me van agotando las ganas de desagravio, y de a poco llegan
nuestros mejores momentos, sus risas, la manera como mueve la boca cuando se
indigna, su cabello que cae por su espalda, su renuencia a hacerse pedicura, la
redondez de sus caderas… su sabor.
¿Qué es esto? ¿Un nuevo safari por el recuerdo de ella?
¿otra parrafada sobre sus talentos en los malabares eróticos? ¿Una manera más de convencerme que soy afortunado
por tenerla a mi lado – o encima, o debajo – ?, ¿Es esto un clamor, para pagar tributos por ser mi fuente -literal- ?
Mi brazo derecho ahora hace una protesta, quiere ser mencionado, quiere decir que funge de canal... pero eso no es prudente, quizá pueda ser hasta inadecuado e increíble... ¿Qué será? ¿Qué será lo que más me gusta de ella? ... ¡Su cuello!, eso es, espigado,
susceptible a mis mordiscos y masajes, ¡Su vientre!, que sujeto indecentemente, !Su espalda!... en general, ahora que lo pienso... todo su sistema linfático.
No hay más imágenes las he espantado a paraguazos, queda el
silencio de sus ojos, la forma de sus cejas y su pasión insolente por mi piel.
También, un par de archivos clasificados para adultos, de sus videos privados.
Tengo tantas imágenes que quieren ser contadas, que parecen
fantasmas multiplicados por sus propias miedos de existir, quizá quiera
saborear con más frecuencia sus besos, oler su pelo o simplemente embriagarme
con su humedad… quiero querer todo con ella.
A veces pienso que llegaré de un viaje y me recibirá feliz
en el aeropuerto, también que me irá a recoger a algún sitio o que me hará
reclamos místicos por hacerla esperar… a veces quiero verla tranquila y
pendiente de lo que yo hago, preguntándome si ya almorcé o regalándome cositas…
ella sabe que no me gustan las sorpresas, ella, dice que he trastornado sus
deseos, que he alterado su piel, que he exacerbado sus apetitos bajos.
Ella es quien me ausculta, me instiga, me hace ser el más
salvaje enternecido gatito feroz, torpemente intrépido, adicto a su olor,
dependiente de su paisaje, devoto de sus movimientos, prisionero de sus
peticiones y sobre todo, su más ferviente admirador.
Me retiro a seguir viendo mis imágenes de ella, mientras la
disfruto en vivo, mientras puedo amanecer de nuevo en su regazo, mientras que
me solicita servicios de masajes, depilación, consejería, corrección de estilo…
mientras que me vuelve a iluminar la vida con su bendita sonrisa, mientras que
me dice que me ama y dibuja un beso en el aire, porque casi siempre, ni su
presencia me salva de su ausencia.
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