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viernes, 24 de agosto de 2018

DE LAS GRACIAS Y LOS TE QUIEROS


"Ausente de Usted, pero bien", le dijo esperando que tomara en serio su reclamo; ella lo miró con un desencanto frío cual sonrisa fingida, y sólo atinó a decirle: "Exagerado".

Un exagerado sin signo alguno, ni unas "" o unos ¡!... nada, un exagerado desértico, pobre y moribundo, pronunciado con desdén, casi vomitado, casi escupido... 

El diálogo era extraño, porque él recordaba de ella algunas cosas que no servían para nada, y ella había olvidado todo lo que servía de él.

Total, él la miraba como queriendo recordar y ella hacía lo propio pero como queriendo olvidar.

No había pasado nada entre ellos, más allá de una venganza.

El autor de este texto no tiene claridad alguna de qué tipo de venganza, o si sólo fue una mala interpretación, así como cuando uno saluda y el otro cree que uno se despide...

- ¿Ves? Soy fácil de complacer. 
- Ahora te entiendo, todo se resuelve diciéndote: te quiero y gracias.

Y se fue poniendo tenso el ambiente, como si hubiese un pasado compartido, como si se hubiesen olfateado, como si ella le hubiese dicho en un tono lejano de usted: "Tranquilo, no meta la barriga".

Escurridiza ante los halagos y con procesos inconclusos... esa es la forma en que el escritor dice gracias y te quiero...

Se lee y se avergüenza: ¿Venganza? ¿Procesos inconclusos? ¿Un exagerado desértico?...

Se ríe y piensa que se inspiró en un carrito de paletas, que decía: "te quiero y gracias".  

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