No fue por ver la piel que cubre tu cresta iliaca ni la
parte baja de tu espalda. Tampoco por nuestra disertación sobre tu ausencia de
caderas y los problemas técnicos que surgirían para sujetarte en momentos sexuales.
Y menos por tu peinado parecido al del General Li Shang, un personaje de Mulan.
Ni siquiera se trata de tu estructura ósea, mi postración ante tus cejas, las
comillas que enmarcan tu sonrisa o la insuficiencia de tu tendón tibial
posterior.
No creas que esto que escribo tiene que ver con la escena en
la que el tirador de tu cremallera estaba abajo del tope superior, revelando tu
ropa interior de abuelita. Mucho menos, por nuestras discusiones sobre si tus
tobillos son de Botero o del Greco. No, esto es un reclamo.
¿Otra vez?, ¿lo mismo?, ¿por qué eres tan bobito? Preguntarás,
con la certeza que te da mi contenida manera de asumirte.
Vamos por partes: para que te actualices y por extensión
actualices la escogencia del diseño de tu ropa interior, hay un concepto que
los jovenzuelos manejan hoy en día: “crush”, aparte de la tontería y el
insoportable modismo, te cuento que se trata de una especie de amor platónico, aunque,
el término hace referencia a una atracción -vale decir: tensión sexual- o gusto
por alguien, me parece interesante que se asocie con un choque de autos, ya que
un crush es rápido y explosivo. Yo lo definiría como una pulsión o mejor
dicho, un arrebato.
En fin, ya sabes que nunca te he podido ver desde un solo ángulo,
no sólo porque te percibo con todos mis sentidos, sino también por aquella
culpa que me agobia por no ponerte la atención que merecías cuando debí hacerlo.
Aunque no es el único, este asunto, principalmente me ha llevado a asumir
el lugar de tu más ferviente, fiel, terco, infantil y romántico admirador.
Dada esta explicación, el reclamo por ser mi crush es que justamente,
por saberte venerada, deberías mostrarte un poco más soberbia, ya sabes, adoptar
una actitud fría como la de un artista frente a un fan que llora por tenerlo
cerca. Es decir, la seguridad de ser admirada, debería inflar tu ego y hacerte engreída
o algo así; pero no, ahora puedo ver cómo te vas desliendo en una humanidad sensible
que lucha con tus ideas de practicidad. Eres realmente hermosa, bella, bellísima…
se me antoja decir: bellota.
Para que veas que no te hago perder “tanto” tiempo, cierro este texto mencionando que “Crush” es también, el nombre de un personaje en Buscando a Nemo: una tortuga marina de más de ciento cincuenta años que manifiesta una actitud relajada: “suave”, dice con sabiduría. Pero ese no es el punto, mi punto es la bellota, pues contigo me siento como Scrat, la torpe y desafortunada ardilla con dientes de sable que va en busca de su bellota, personaje de la película La era del hielo.
Cuestionario de salida:
¿Qué pasa
si obtengo mi objeto de deseo? ¿si mi objeto de deseo se sabe no deseado, acaso se cambiarán los papeles y hará lo que sea por volver a ganar ese lugar de "privilegio deseoso"?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario