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jueves, 22 de mayo de 2025

2,644 DÍAS


Hoy le leí a mi hijo un texto que le escribí antes de que naciera. Hoy mi padre está en el hospital por una crisis en su sistema digestivo. Hoy bastantes personas hablan de "La casa de los famosos" con tanto entusiasmo que me provocan asco y prefiero una salida airosa diciendo que es mejor hablar de la calle del los anóminos. Hoy las noticias falsas abundan y quienes creen en ellas son devotos radicales de la idiotez. 

Hoy recuerdo aquellos momentos en los que estuve hospitalizado y veía a mi esposa dormir incómoda pero acompañándome en las noches con la certeza de que quería estar allí.

Por primera vez me permito sentir lo que siento, porque en la clase de esta mañana hablé de la valoración del tiempo, porque me importa más que algunos se vayan conmovidos por el arte más que inflados con epistemes ingratas. 

 Hoy, espero menos las respuestas y admiro más las preguntas. 

Hoy, mientras realizo una absurda tarea repetitiva -que no sé cómo pedirsela a una IA-, siento el silencio, el bullicio... me entiendo como hijo al ver la fragilidad de mi padre, porque aparece en imágenes sosteniéndome en mi feliz niñez y mostrándome su pueblo natal.

Hoy que mi hijo me hace preguntas sobre lo que le escribí, hago un mueca de llanto, de dignidad, de orgullo. Hoy que mi hija estudia lo mismo que su madre, pienso que quiero verla cómo se desplegará en su más grande existencia. 

Ahora, que mi madre duerme sola, que los médicos postergan unos exámenes, que tengo tareas por entregar, compromisos por cumplir, deudas por pagar, amigos que visitar... que tengo esperanzas de un futuro prometedor, ahora, que mi hijo duerme a mi lado y escucho sus ronquidos de lobezno, ahora, adquieren más sentido las canciones de antes, las poesías, las tertulias...

Con deseos transmutados me hallo divagando en las letras, para perderme en el sentido de los días que han transcurrido desde cuando escuché en la primera ecografía el corazón de quien hoy me dice papá.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La familia la razón de nuestra existencia. Entendemos más a nuestros padres cuando escuchamos a un hijo llamándonos y con quien compartimos alegrías y sinsabores? aquí están los amigos que con una mirada, un apretón de manos ó un abrazo nos entienden. No estamos solos. Abrazos.

Anónimo dijo...

Gracias por compartir tu experiencia, la manera como expones desde un lenguaje que me conmueve frente a la finitud de la vida y la niñez de tu hijo... La juventud de tu hija... La presencia de tu compañera de vida... Gracias. Bello escrito

Anónimo dijo...

Excelente reflexión. Nobles sentimientos filiales y paternos. 👏