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lunes, 6 de junio de 2011

LAS VOCES DE LA CAMA

Si uno pudiese interpretar aquellas voces que surgen de las camas, habría tantas historias como poros desgastados en sus sábanas… Quiero creer que cada cama entona valientes himnos, que van desde pequeños chillidos hasta grandes alharacas, y que también se escuchan cantos, que se vuelven ritmos acompañantes de los jadeantes movimientos de aquellos amantes que se hurgan el alma.

Pero en definitiva lo que se oye, depende del estado de ánimo del oyente. Si lo anterior es cierto tenemos que, tener sexo en una madrugada antes de partir para siempre, genera un concierto nostálgico de sudores que saben que no se encontrarán sino en las fantasías, o la triste melodía de aquella cama que presencia a un amante enamorado, que se sabe forastero y pretende ser anfitrión… hay camas con sueños eróticos, que se expresan en traqueteos frenéticos, o que presencian amaneceres con frío intencional, para provocar abrazos, son testigos de caricias largas con restricciones en las partes cosquillosas… todo ello han de contar aquellas voces.

Si sólo tuviésemos un traductor, un filtro adecuado, un elemento antiguo y mágico, que permitiera desenmarañar aquel código oculto en esos ruidos…

Recuerdo aquella vez, estaba triste, porque me había enamorado de ella… ella, era muy a mi pesar, la que me había rescatado de mi hundimiento rutinario, y no obstante de esas reglas que uno pone, para disimular la animalidad, las ganas me habían jugado un broma pesada, pues eran ganas con un disfraz de deseo, hay que decir que ese deseo tenía serios problemas de identidad y se autoproclamaba con el nombre de pasión, aquella pasión con visos de ternura que se sentía apenada por creer que estaba enamorada… y en toda esa mezcla salvaje y dulce, estaba yo, pensando qué sentía, por qué o cómo…

Pero ella tenía un viaje vital ligero, y yo tan pesado, tan lleno de broncas, rencores, envidias… y pese a cuanta limpieza, purga, enjuague, cepillado, restregada, y cuanto proceso físico, metafísico, espiritual, energético pude soportar… pese a todos mis intentos por sentirme bien, después de todo… para mi sospechosa felicidad… yo le habría de dar la potestad... yo la habría de convertir, en un amuleto, cuyos poderes, me otorgarían la gracia de superar el pasado. Pero toda bondad, trae su lado pésimo… me trajo también la incertidumbre del futuro…

Así, sus cejas peinadas, su pelo en cascada, nuestros lunares coincidentes en los mentones, su cuello largo y su odio por su nariz, se convertirían en el más reciente argumento para sentirme melancólico… y ahora entiendo mi sensación de tristeza al escuchar las voces de aquella cama y en aquel motel.

¿Qué tal eso?... ella con toda la vida por delante (gracias a su ligereza de viaje) y yo con ganas de quedarme quieto a su lado, con mil palabras estancadas en mis muelas huecas, con confusiones en mi sentir… ¿qué quiero? ¿Que me preste su vientre para tener un hijo o una hija? ¿Que me preste su vientre para meterme allí?... ¿Vientre?... eso es edípicamente triste… y es que dicen que cuando los hombres estamos felices… nos portamos como niños…

Pero, también pude identificar en aquella voz de cama… una canción infantil… una de esas rondas, que poco a poco se fue convirtiendo en un tango desalmado y al saberse una canción mutante concluyó en una ranchera cruel… la historia de ella, la que hablaba de su novio en silencio, la que lo negaba, la que lo llamaba en plural… y él su amante, fingía que no le importaba, pero se despedazaba con ese exceso de cinismo, que él mismo le había enseñado…

También pude escuchar claramente el silencio de aquel concierto, un silencio que compartía los interludios de las respiraciones regulares de ese amanecer en ese motel, un silencio que contaba pésimos chistes y ostentaba amores con médicos, viajes al Caribe… un silencio pérfido… engañoso… audaz… un silencio que sólo a veces era capaz de decir lo que pensaba… un silencio que hoy sabe, que tan pronto lo nombren ha de desaparecer…

Ya me iba quedando dormido, pensando en cómo pensar, pensando en alguna coincidencia o pista para descifrar el lenguaje de la cama, mientras tanto ella, rondaba en mis angustias, me acechaba en mis miedos, como si las maldiciones predichas se fuesen a cumplir y pasaba los dedos indecentemente por mis debilidades… yo me iba quedando dormido, con la incógnita de su malparida ausencia, con la búsqueda de la explicación universal, del porqué ella no estaba ahí, conmigo…

Tuve entonces varios caminos… uno, el viejo truco de hacer un reclamo en broma, otro, el llenarme de dramatismo y hacer una pequeña conspiración en la búsqueda de un apapacho, otro, el portarme como macho herido en su ego y tapizar todo de indignación… todos iguales con un mismo fin, decirle que nunca antes, alguien me había hecho tanta falta… pero, pudo más la ilusión de verla que la realidad de ser su amante, pudo más una relación virtual de 5841.249 kilómetros… un estúpido jueguito que se salió de las manos… una infortunada coincidencia de unos cigarrillos, un café... un encuentro con alguien pacífico… orgasmos frustrados, deseados… imaginaciones pervertidas,de brujas que se volvieron causales pero no casuales... De acuerdo, aquí, el cómo... no tiene nada que ver con el qué.

Entonces aquellas voces, que en un principio, al menos, eran audibles, se volvían mortificantes, discutían sobre el concepto de poder, otras sobre la responsabilidad… pero sin saber nada.

Aquí, en mi realidad corta, ella decide portarse como francotiradora, destrozando todo lo que me hace feliz, atreviéndose a decir verdades que duelen… cuando en una relación, la verdad preferida es la mentira que alegra…

Respiro, e intento creer que no estoy angustiado, no quiero leer esto que acabé de escribir… ni quiero repetir que estoy leyendo esto que acabo de leer.

No quiero que me abandone, no quiero sentirme su amante enamorado… como una adolescente loca… que se maravilla con todo. Deseo dejar de fingir inocencia, cuando la rabia me atraviesa…ella me dice que no quiere dejarme, ni que yo la deje…

Concilio el sueño con mi mano en la curvatura de su cintura, le digo que me gusta verla comer, que me encanta su manera de hablar, que así como algunas mueren por conocer los músculos bronceados de hombres perfectos yo muero por sumergirme en el olor de su pelo, que mis dedos han decidido no volver a tocar a nadie más y en un arranque de soberana idiotez, le digo que la amo…

¿Es claro el tema verdad?... todo eso de la voces de la cama, su cuerpo desnudo navegando en mis olas, mi indignación por su pelo recogido, mis inexplicables nalgui-palmadas, sus reclamos por mis indecentes y públicas  nalgui-palmadas… la presentación de su mejor amiga… mi confusión sobre lo que soy con ella, este escrito que desconoce el protocolo de los amantes… mi dolor, su distancia, la llegada, la partida… las comas, los puntos suspensivos… todo se trata de que no encuentro la forma para decirle que es bienvenida con todo lo que tiene… pero tengo miedo de que se aproveche de mi vulnerabilidad...

No quiero despertar una vez más con esa sensación de vacío… sin ella… ¿Acaso juega a hacerse extrañar?... o sea, me trata bien, me hace el amor, me acicala, me escucha, y después… huye, desaparece, se ocupa… como si todo se solucionara con una cauterización… como si todo fuese solucionable…

¿A quién engañan los amantes?... ¿A ellos? ¿A los otros? ¿A los mismos? ¿A sus parejas?... terminan los amantes entonces poniendo condiciones y exigiendo exclusividad… ¡Qué mundo loco!... y yo sintiendo su calor, intentando adivinar su gesto en la oscuridad, oliéndola, jugando tetris con nuestros cuerpos, y yo… intentando dialogar con una cama… en un motel… en un amanecer.

1 comentario:

Ang dijo...

Magnñifico... como siempre. Por favor no nos prive durante tantos tiempo sin publicar sus letras enfiladas demanera tan exquisita, no sabe cuanto se añoran...

Angela