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sábado, 5 de abril de 2014

AGONÍA (PARTE 1)

Tengo varios problemas: unos cotidianos, como el hecho de que mi crema dental esté a medias, ese saco que se encogió como claro anuncio de mi negación de sobrepeso, aquel vidrio vencido del garaje o mi poco espacio en la repisa para mi próximo elefante. Otros, un poco más complejos, como pagar la multa de tránsito por fumar dentro del carro, la adaptación emocional con mi nuevo jefe, el libro carísimo que ha de esperar para ser comprado y leído o la escritura de mi nueva obra de teatro.

También hay otros, más agónicos, como la preocupación por el tema del uso de ácido en la cara de las personas, mi intuición sobre los medios y su influencia como temas de mi doctorado, el comportamiento de algunos cercanos… todo se vuelve tan denso, tan complicado…

Y entonces empiezo a sentir una amargura, una nostalgia más oscura de lo normal, un señalamiento a mis capacidades y a las decisiones que he tomado… se presentan en fila desordenada los recuerdos, los amores, las frustraciones, la tormenta fermentada no tiene escapatoria, ha de llover mierda, las paredes húmedas de podredumbre y de nuevo solo…

Respiro y no quiero ir por esos caminos de la desgracia, no quiero pensar que todo está mal.

Sólo ha pasado un segundo y sólo una imagen me salva, es un aire incierto, es ella, la que me tiende la mano, la que me ofrece ideas, la que me soporta la locura, la que entiende como soy, como quiero ser y hasta como finjo que soy.

No la ubico bien… ¿Acaso es la suerte? ¿Esa dama extraña que me desea, esa, que me quiere poseer y abre mis caminos para que todo me salga bien? No creo, la suerte me trata con desdén, ¿Quién es ella? ¿De quién es ese reflejo?

Salgo de mi propio sótano y veo sus ojos, que son atentos y de mirada aguda, camino hacia el jardín y me enredo en su pelo, que huele a prado fresco, tomo el sol y me refugio en su cuello… toda ella, sus manos frías, sus cintura sujetable, su admiración por mis labios… toda ella, su frecuencia de consentimiento…

Respiro con mayor rapidez, y debo devolverme a mi casa, como un agorafóbico, y me acuerdo lo que me dice: “no soy buena para consentir” y yo con los ojos nublados…

“¡NO MÁS!” Me ordeno a mí mismo, sabiendo que soy feliz a su lado y que este texto debe mostrar mi esperanza, que debe hablar de tardes fantásticas y noches inconfesables, que estas letras deben ser emocionadas y saltarinas, que este mensaje tiene que contar que el tiempo se esfuma mientras estamos juntos, que hemos desnudado nuestras almas, que nos hemos contado esas cosas que no se le cuentan a nadie.

Y las sombras se desvanecen con la luz de su energía, y siento que le importo, yo, que no estoy acostumbrado a recibir mucho, siento que ella me da todo… no quiero ser dependiente, no quiero ser adicto a su ternura cruel.

Y la descubro, y la exploro, y en cada poro quiero dejarle una historia de esto que me causa, de esta sensación de inmortalidad que se sabe enferma terminal… y me surgen ganas de viajar a su lado, de mostrarle mis miedos, de contarle el truco de mis talentos… pero no creo, siento que es poco probable que ella, tan hermosa, se fije en mi… me refugio de mala gana en mi intento de autoestima y es inevitable volver a esconderme en aquel sótano de desgracias,  en donde lo que hago es temblar ante mis propios fantasmas.

Pero ella, está ahí, a mi lado, sin decir nada, sin juzgarme, con una incondicionalidad incomprensible… la relaciono con mi madre y su capacidad de hacerme incapaz, quiero gritarle que me deje, que se vaya, pero en verdad tengo más razones para que se quede, ahí, a mi ladito, sólo prestándome su cuello para ocultarme de mí mismo.

Respiro…  y su sonrisa me salva de nuevo, como si todo fuera sólo parte de mi locura, sus labios me besan y la realidad se vuelve de colores… y yo tan daltónico…  la ironía no me sirve… Me reto a mí mismo y ella nuevamente está ahí, sólo disfrutando de mis ires y venires, se sabe callar, sabe qué decir… ella sabe…

¡FELIZ! Y salto como niñito, y me dejo sorprender, no me importa nada, oigo música más fuerte… y ella me apacigua, me calibra… sabe filtrarme, me da la seguridad puntual exacta, y también me la quita cuando es necesario… tiene tanto poder, y uno tan sumiso… y ella, se muestra débil, sensible, inteligente, erótica, cohibida, dispuesta, casta, perversa…

Me besa. Y me voy deslizando en su piel. Me besa y no entiendo más en mi vida que su olor. Le toco su cintura y el universo tiene explicación… Me complico y es horriblemente hermoso estar pensando en ella.

No está, y quiero hacerle un reclamo gigante, como acusándola de ofrecerme una terapia farsante, como acusándola de mis caídas emocionales, y me quiero volver injusto, cretino y torpe, dejar de reconocer lo que ha hecho por mí, y tatuarle en su piel mis desgracias… hacer un manifiesto público de su crueldad por dejarme sólo solo todas las noches en mis sueños… y es cuando sus chistecitos destruyen mi odio.

Como su sonrisa de niña, así me quiero sentir,
alabando mis proezas de aprender a estar sin ella,
y sabiéndome de su propiedad…
Lento voy y encuentro su olor secreto,
recorro su espalda con mis dedos y prometo volver,
prometo no enloquecer por la espera…

Ella, es mi problema favorito.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sus palabras dejan sin aliento, y mas en tiempos de desconsuelo para alguna que pasa por casualidad, muy hermoso

Anónimo dijo...

Que palabras! Palabras que llegan a una persona que se cruza por casualidad